23.3.10

Democracia clientelar


El génesis clientelar







Aún no ha iniciado el proceso electoral en Chiapas (marzo de 2010)y los barruntos del timo en la pericia electoral ya están en camino. Sin pretender hacer un catálogo de los modos y formas para estirar el marco legal y para tensar el arco hasta un punto que da sólo notas que, en el terreno jurídico, son permitidas o son prácticas que la ley no prevé con exactitud, pero que inescrupulosamente serán utilizadas por quienes tienen dinero o acceso a recursos públicos.



De nuestra historia reciente recordemos que el PRI creó los famosos arreglos corporativos y clientelistas usando los dineros públicos, así como las concesiones y los contratos de obra pública como un medio de control. Con este elemento se consiguió votos de sindicatos, sectores sociales con rasgos de pobreza, desempleados y políticos opositores al orden preestablecido, para que todos se sumaran a “un proyecto político”.

De esas lecciones de cómo hacerse de votos, debemos recordar la bonanza petrolera que surge en los años setenta del siglo pasado y que permitió consolidar al clientelismo electoral muy mexicano, pues el gobierno disponía de recursos no auditables o que se regulaban con amplias sombras administrativas y que iban directamente a la compra de votos o voluntades. Se tasaba el pago del sufragio, o se creaba instancias públicas destinadas a ser la caja chica de candidatos o el lavadero de dinero, de recursos que no reclamaban comprobación y que fueron utilizados para inclinar la balanza electoral. Los gobiernos priístas innovaron formas inescrupulosas de hacerse de votos, que ciclo tras ciclo perfeccionaron.Es por ello que se ha creado una subcultura de irresponsabilidad socio-gubernamental peno- sa. Cuando el gasto público no se apareja de responsabilidades ciudadanas para justificarlo, se estimula una cultura para “vivir del presupuesto”, que raya en una corrupción ominosa. Cauda de nuevos burócratas y sindicatos de gobierno “viven del presupuesto” sin hacer otra cosa más que engrosar los aparatos burocráticos de baja productividad. Hay investigaciones formales que dicen que entre 2001 y 2007 el gasto en servicios personales en los gobiernos estatales creció 29%, mientras que en los ayuntamientos se disparó en 68%.4 ¿y sabe usted en que retribuye esta alza al presupuesto y esta duplicación de la plantilla de personal?, en ampliar las posibilidades de que cada gobernante imponga a su sucesor. O, no perdamos de vista lo sucedido en las negociaciones del presupuesto para el 2010, cuando la CNC del PRI, logró una reasignación de 22 mil millones de pesos para el campo, explotando el argumento de que el campo estaba olvidado y la marginación en que siguen viviendo los campesinos mexicanos, pero lo que debería de preguntarse es, si los beneficios de esos recursos son para los campesinos o para sus líderes. Si va a retribuir en las actividades agrícolas o garantizará que el PRI o el PAN, tenga más recursos para comprar votos.


Luego de los priístas, los panistas, perredistas…



Ese esquema clientelista heredado del PRI no se ha ido. Si ahora hay más controles, o candados – como les gusta decir a los que se quieren purificar en la honorabilidad – no significa que no se hayan innovado mecanismos para mantener el status quo electoral. Porque si bien la transición democrática en México logró generar elecciones limpias, estas llegaron casi sin alterar el pacto clientelista. La nueva democracia electoral ha incluso profundizado las clientelas de antes y otras nuevas. Los sindicatos se han mantenido intactos y ahora están más autónomos, ya no se reconocen priístas, sino calderonistas o elbaestheristas o pejistas, es decir, hoy están sujetos al mejor postor y han incluso, quitádose las máscaras y sin mayor pudor estiran una mano, mientras la otra sostiene la boleta electoral.


Más justicia, pero no Estado de Derecho


¿Pero como identificamos el mal, y no lo corregimos? Bueno pues porque la impunidad sigue siendo la principal fragilidad del Estado. Nuestra justicia que debería ser imparcial, universal y eficaz, no llega todavía. Aún cuando el poder judicial con sus tribunales más independientes y profesionales se han vuelto más confiables, como el caso del TRIFE. Pero sólo acceden a éstos si tienes los recursos económicos y técnico jurídicos para hacerlo. Si el ciudadano común confía en llegar a estos tribunales esperando que el Estado lo ampare, lamento decirle que aún no es posible. Si no soy claro, cheque lo que les sucede a los padres de los casi 50 niños muertos por negligencia en la guardería ABC de Sonora. La SCJN, tuvo un tibio juicio y los responsables siguen tan campantes. ¿Cómo dormirán estos sátrapas?

Es triste decir que nuestro Estado aún sigue siendo de excepciones. Los usos y costumbres de la política clientelista han anclado al sistema judicial para que éste no avance. Más no olvide que el sistema judicial está compuesto de hombres cuya honorabilidad es dos veces más baja que la de un ciudadano común. Pues en ellos recae la responsabilidad de garantizar el estado de Derecho y supone su encargo el conocimiento técnico de la ley. Sólo habría que agregar que como hombres también sucumben a los cañonazos de dinero o prebendas, y por ello son doblemente culpables. Ellos, los jueces y magistrados, son los principales responsables de que el país y Chiapas particularmente, tenga dos lecturas. Una virtual y otra formal. La primera es la legítima aspiración a ser gobernado por las leyes y la segunda es que la aplicación selectiva de las normas entraña una corrupción brutal y tangible. Un Chiapas legal en el discurso y otro injusto en los hechos. Luego pues, resultan más importante los “clientes” que los ciudadanos.


La partidocracia y la mediocracia



Como parte de un proceso, los mexicanos necesitamos casi 70 años para sacudirnos al PRI de la Presidencia de la república, que estableció un régimen dictatorial soterrado. Teníamos elecciones y efectivamente elegíamos a presidentes priístas, pero ello en un ámbito de temor al presidencialismo exacerbado y cuando logramos sacar al PRI de Los Pinos, no nos percatamos a ciencia cierta de la aparición de la partidocracia. Es decir, trasladamos el culto al presidencialismo a Partidos y estos retomaron los trozos del dinosaurio y comenzaron ejercer y abusar del poder. Lo que antes era una suerte de enemigo grande se pulverizó en – por decirlo de una manera – varios enemiguitos. Solo que resulta más complicado atender varios frentes que uno solo.

Pero afortunadamente hay lecturas positivas de este proceso, en primera, la división de poderes entre el ejecutivo y el legislativo, que equilibraron la toma de decisiones del orden social. Eso claro está en el plano nacional. En el estatal se vivió momentáneamente ese proceso oxigenador en la primera parte del gobierno de Pablo Salazar y al inicio de este gobierno. Ahora estamos peor. Luego la alternancia en la presidencia de la república y en el estado, se supuso la ruptura del Gobierno-Partido dominante. Aunque lamento escribir esto, en Chiapas el PRI que debería ser más crítico resulta estar más entregado al gobierno estatal que el propio PRD, si no baste checar la contestación de la fracción priísta al último informe del gobernador Juan Sabines, donde el “valiente diputado” Bielma (que hasta donde yo entiendo es el representante del Poder legislativo) casi lustra los zapatos del titular del Poder ejecutivo, por decir lo menos.

Luego hay otro aspecto ambivalente, positivo y negativo. Con la reforma electoral de 1996, que reguló y amplió el financiamiento que se otorga a los partidos, se establecieron condiciones mas equitativas para la contienda electoral. Sin duda este paso permitió que al año siguiente por primera vez en la historia, presidente de la república y mayoría en el congreso, fueran de partidos distintos.


Con este nuevo mapa político varias cosas acabaron. Entre ellas, las arengas proselitistas que utilizaban a la revolución y la justicia social (que risa) para conseguir votos. Ahora los Partidos, cada uno por su lado, innovó campañas con sentido humanista y reclamaban bienestar tangible más que dogma. Sólo que este recurso no tuvo etiqueta de propiedad o marca registrada y el clientelismo reservado al presidente o gobernadores, comenzó a ser usado por alcaldes, legisladores, líderes o destacados miembros de cualquier Partido. Con ello el clientelismo presidencial se transformó en clientelismo partidocrático, y en una pulverización de beneficios e intereses fragmentados del ámbito local, y que lejos de ser un beneficio que diera sentido a la pluralidad, se comenzaron a hacer políticas menos coherentes y más atentas a satisfacer lo inmediato. Fue entonces cuando los partidos se pusieron de acuerdo y aprobaban leyes o presupuestos, sin temor a ser llamados a cuentas. Hasta ahora no existe un límite para su abuso.

Y finalmente está el ingrediente de los medios de comunicación propios de la era, que no es un asunto de electrónica y cables exclusivamente. El problema reside en que ahora existen cuotas para anunciarse en medios y ya no hay noticias, sino promoción y ello tiene un problema de fondo grave: no hay ecuanimidad en la descripción de un candidato o de su “proyecto político”. Ahora hay supermanes buscando el voto. Creando expectativas muy altas por parte de los electores y cuando estas no se cumplen –porque nunca pudieron cumplirse – viene la decepción y la consiguiente falta de confianza en las instituciones públicas. En el fondo, este proceso anima uno de nuestros peores defectos: la auto-conmiseración y la falta de confianza en nosotros. Son pocos los que entienden que es parte necesaria del proceso que nos llevará a ser mejor sociedad, para construir desde ahí una mejor política que fortalezca la sociedad.

Ahora, estimado lector, no caiga tan seguido en la trampa clientelar de los procesos electorales, ni acepte sin rezongar los acuerdos que a espaldas de la ciudadanía alcanzan los Partidos. Seamos concientes. Muchos políticos se cobijan en la muchedumbre y en la unión de muchos inescrupulosos, creyendo que su responsabilidad individual se desaparecerá y nadie les reclamará.

Dedazo pulverizado

Con el perfeccionamiento priísta de un sistema vertical de transmisión del poder público, que consolidó el estado monolítico cuasidictarorial, y estableció férreas reglas tácitas y subrepticias: si te mueves no sales en la foto, gran parte de la generación actual entendió, o quiso entender, que esa era la forma de ejercer el poder y que ese era el canon.



El presidente de la república no solo palomeaba las listas de diputados y senadores, sino que decidía quien iba a gobernar tal o cual estado. Su poder omnímodo le permitía incluso cambiar o quitar gobernadores a conveniencia, o como castigo por insubordinación o intentona de motín.

Con la llegada del presidente Vicente Fox, el hiperpresidencialismo acabó – hay quienes dicen que desde la segunda mitad del gobierno del presidente Zedillo, esa condición de tlatoani había fenecido – y con ello amplios manuales para entender o aplicar el poder, acabaron en el cesto de basura. Es por ello que nuevos manuales regionales y locales debieron escribirse con rapidez, para aprovechar los retazos que barría en Los Pinos, la nueva camada de políticos de derecha.

En un artículo reciente, Jorge G. Castañeda y Héctor Aguilar Camín describen el nuevo poder de gobernadores independientes como “feuderalismo”, es decir, un federalismo fiscal y político de feudos locales, de virreyes poderosos que rinden pocas cuentas

Y uno de los retazos desechados en Los Pinos que fue finamente aprovechado, es el que reproduce el poder presidencial de antaño, solo que ahora con cita en los estados. Los gobernadores se constituyeron no solo en un nuevo grupo de facto que negociaba en un plano distinto con el Presidente de la república, sino que ahora sacudía las manos, refrescándose, para oxigenar la marcas y señas de antiguas ataduras empezar a decidir -al más puro estilo de las presidencia priístas- su derecho de pernada para escoger a nuevos alcaldes, legisladores locales y golpear la mesa nacional, en la que se escogían a los candidatos a legisladores federales o a su sucesor.

Los gobiernos estatales tienen mano para escoger candidatos y entres las mangas, los ases de la auditoría, de la intimidación o la sola instrucción para decir; este sí, este no. Los ciudadanos por su parte tienen un poder colectivo para hacer caso de la recomendación o conminación, si el juicio se abre camino en este marañal electoral. El ciudadano, con su voto razonado podrá acotar los viciosos atavismos heredados del priísmo ominoso. Votamos con optimismo porque lo haga.

Gobierno opaco

Chiapanecos de segunda





Con 25 años de habitar observando a los gobiernos de Chiapas, se dispone de un juicio que bien puede estar inclinado de filia y fobias, pero que no deja de acercarse a la media general de la percepción social, en torno a gobiernos y gobernantes.

Con la oportunidad de trabajar al interior del gobierno y en ocasiones afortunadas - para efectos de este artículo - cerca de los gobernantes chiapanecos, tengo una apreciación que se acerca a las propias entrañas del sentir del gobierno, sus conceptos, sus mesianismos, sus veleidades, sus fortalezas y su sentido del humor, con al menos 4 gobernadores.

Huelga decir y hablar de la fuerza en el ejercicio del poder de Patrocinio; la anodina inercia de Ruiz Ferro; el encanto bohemio de Javier López Moreno y la brutal megalomanía de Pablo Salazar. Como no reconocer las características básicas de gobiernos cuyo estilo trascendía a los modos y tradiciones del complejo ejercicio del poder, adquiriendo cada uno matices peculiares. Buenos o malos ya se fueron, y que bueno. Sin ser antigobiernista, espero formalmente que no volvamos a tener gobiernos con los vicios de los que han morado en Chiapas en el último cuarto de siglo. Todos sin excepción, tuvieron cosas buenas, pero estás, no lograron ocultar las malas y me perece que no debemos volver a aceptar a nadie así.
Comidas regulares y malas

En dos ocasiones nos reunimos con miembros del consejo editorial para tratar asuntos de esta revista en restaurantes capitalinos. Degus-tamos comida italiana en Due Torri frente al tec regional de Tuxtla. Lugar bonito, agradable comida y más o menos servicio, más bien menos. No fueron groseros pero parecía que nos hacían un favor. Luego buscamos comida japonesa en Kabuki en la avenida central entre octava y novena oriente. A cuadra y media del parque 5 de mayo. La comida no es mala, pero el servicio es terrible. El dueño es un defeño neurótico, con ideas muy conservadoras de los restaurantes, por decir lo menos. Si usted se abandona cómodamente en el sillón, el dueño quiere que se siente erguido. Si sube una pierna a otra silla o la alarga, quiere que la recoja (su pierna por supuesto) Si van dos o tres, no pueden sentarse en un gabinete, debe irse a una mesa chica. Aún cuando no haya más que dos comensales. En fin, mal restaurante este dichoso Kabuki, pero el asunto de las comidas era invitar a amigos que tienen criterio, edad, y de paso juicio, para tratar de construir una imagen cercana del actual gobierno, sus aciertos y sus asegunes.

El resultado si bien es variopinto, no deja de mostrar el lado consentido de cada uno (dependiendo como le va en la feria). Considerando esto y cerniendo lo malo o lo visceral el resultado se antoja de apreciaciones heterogéneas:

Primero el asunto de cómo llega don Juan Sabines Guerrero al gobierno tiene sus bemoles, porque aparece como el famoso caballo negro, cuando había un candidato que se perfilaba desde años atrás, otros que parecían ser los consentidos del gobierno de Pablo y otros que se les notaba espolón largo. Sabines Guerrero aparece al final y sin mediar gran explicación contiende con un partido distinto al suyo. Ese último hecho complica su arribo y se obliga además, un extraordinario esfuerzo para hacerlo ganar, porque la sombra de Pablo a sus espaldas casi lo anclaba a la derrota. Con todo, Juan Sabines gana. A pesar de las diatribas de los que perdieron, él gana sin trampa electoral.
Lo bueno.


Sus inicios son buenos, pero el irremediable desgaste del poder es inevitable. Programas como Amanecer con una gran carga social, son recibidos con aplausos, incluyendo los míos. Reconocer a nuestros ancianos aún con 500 pesos es un acto encomiable. Asimismo, su ánimo de hacer una gestión honorable construye una capilla de seguidores, cuando no duda en arraigar a quien toca indebidamente el erario público. (Más, el arraigo a veces, se torna agilísimo). Aprovechar el desastre de Juan del Grijalva para echar a andar un proyecto ambicioso, audaz y que lejos de hartos cuestionamientos, me parece que no está errado. Sus ideas en torno al desempleo y la microeconomía, me parecen muy orientadas: fomentar el autoempleo (carritos de hot dogs, panaderías, carpinterías etc.). El crédito a la palabra y en especial a la mujer es muy correcto; Así como el fortalecimiento legal que defiende a la mujer, es magnífico. Su amplia capacidad de negociar podría ser encomiable, si ello se sostuviera siempre en la razón, en lugar emplear grandes sumas de dinero, para comprar voluntades, pero digamos que es mejor al encono de la confrontación.
Los contrastes.

Luego vinieron las diferencias entre el ser y el debe ser. La gente asistía a sus primeros eventos con alegría. Querían ver al hijo del “ciclón del sureste”. Miles de ciudadanos que tienen frescos los buenos recuerdos que guardan de don Juan Sabines Gutiérrez, querían abrazar al hijo pródigo. Muchos llevaban fotografías del padre o habían preparado anécdotas y lo esperaban horas. Mas nuestro mandatario estimó primero otros temas, y su impuntualidad adquirió cualidades proverbiales. Con ello vino la chunga y la falta de respeto al mandatario, incluso, por gente de su propio equipo. Podría ser un tema menor, pero las características de esa impuntualidad dan sentido de un gobierno con desaseo y como muestra de ello se puede citar someramente: inicio de obras que luego se abandonaban o su edificación resultaba de muy largo aliento, como la anhelada autopista San Cristóbal - Palenque; o la regulación de los miles de topes que ofende la inteligencia ciudadana; o el saneamiento de tiraderos de basura en todo el estado; o la limpieza del Sabinal y el paso a desnivel del libramiento sur capitalino, etc., etc. La falta de eficacia en algunas obras, el consentimiento de la intransigencia de grupos, la centralización de inteligencia como reinado del Medievo (sólo al rey se le ocurren ideas y sólo él es sensible, práctico, sólo él es preocupado y cualquier decisión por sutil que sea, debe tener marca registrada del rey), y la escasa actuación crítica del gabinete, de los otros poderes, de la mayoría de los medios comunicación y no hablemos de los Partidos, que técnicamente están hincados, han dado al traste con la opacidad de un gobierno que puede ser mejor.
Cuates y cuotas

La impuntualidad y el desaseo se aunaron a las cuotas y los cuates para designar a su gabinete. Entre los amigos, gente desprovista de arraigo y por ende, de genuino interés popular. No es que sean tontos o incapaces, solo que no es lo mismo pintar la casa del vecino desconocido, que la propia. Mauricio Perkins,Nemecio Ponce y Cesar Chávez, por decir unos, atienden sus funciones probablemente profesionalmente, pero no les incomoda, si algo de lo que hacen hoy, reviente mañana. No les duele pues. No van a vivir acá seguramente. Luego, la cachorrización del poder. Hijos de amigos, Albores, Valls, Yassir Vázquez, Pariente, por decir los más vistosos, y las cuotas de partidos con los Messner, Cal y Mayor, Plácido Morales, hasta gatos de Josean debilitan la sensación de disponer de un auténtico gabinete sabinista. Y al final, los convenios con tanto líder regional lleno de mañas que le acompañan desde el congreso, que no encuentro más que expresión que entre las cuotas y los cuates, el gobierno está anclado. Seguramente usted lector dirá: que nada nos gusta, que a nadie le concedemos pero la realidad es que hay gente valiosa, hay amigos de don Juan que los han relegado, hay juniors que valen por su papel y no por el apellido, y hay gente brillante de fuera que han hecho de Chiapas su hogar, y que no han volteado a verlos.
Lo que queda

Lo paradójico del tema, es que la mayor parte de los amigos entrevistados y que se quejan de don Juan Sabines, lo hacen con tristeza y no con rabia. Lejos de dar mala a calificación a secas, la mayor parte de los que reclaman lo hacen como si el gobernador fuera un familiar. Un tío o un sobrino al que se quiere, pero que se porta mal. En el caso de la gente que no me conoce y que fui inquierendo so pretexto de comprar, viajar en taxi, bolearme los zapatos o comer, la opinión se carga más al lado del aprecio y al sentido de que vamos bien.
Los adjetivos

Me ha tocado observar y notar expresiones de jóvenes secretarias que trabajan al interior del palacio de gobierno, que al mirar las fotos del gobernador con ceño cansado se conduelen con típicas expresiones ñoñas de:

- pobrecito, se ve bien cansado.

Y eso lo he visto, cuando ellas hablan entre ellas, sin pretender pose o zalamería. Les sale natural.

He escuchado a viejos taxistas decir, con orgullo y reconocimiento:

- pues nos mando a buscar Juan para que fuéramos a recibir nuestros 500 pesos por ser viejos.

Entre amigos intelectuales y políticos, unos en la chuleta y otros no, justifican en mucho los desaciertos por los colaboradores. Suponen que la negligencia de secretarios y subsecretarios ha minado el proyecto sabinista. De hecho, en varios casos critican a quien no conocen y lo que dejan entrever es la ausencia de figuras notorias y que deben de destacar en varios temas: como concertación política, atención municipal, medio ambiente, infraestructura y otros. Incluso disculpan la falta de asertividad gubernamental en el algunos temas por la “complejidad del estado”. Vaya, hay hasta quienes se refieren con admiración, pues aparte de notar la lucidez de la vitamina P, le reconocen astucia y sensibilidad política.
Del juicio

Cuauhtémoc, Jiquipilas. El pueblo quiere pan, pero quiere ver a Juan Sabines Guerrero

Cuauhtémoc, Jiquipilas. El pueblo quiere pan, pero quiere ver a Juan Sabines Guerrero
En medio de la verdad y el mito lo que trasciende, lo que se advierte, es una política de sosegado pragmatismo. Para empezar la valoración de la democracia no es positiva, el rápido lustre ganado recientemente se ha debilitado con las recientes elecciones federales, donde el voto natural fue apabullado por un voto condicionado por beneficios y amenazas para alcanzar un equilibrado 4-4-4 para los tres partidos fuertes de México. Nadie cree hasta ahora, que haya sido voto natural. Es claro que ya no hay trampas de aritmética electoral – el que gana, lo hace porque tiene más votos – pero eso no lo desprovee de la trampa en sí, y ésta, la que no se documenta pero existe, es aún más grave porque explota la marginación y la pobreza.

Ya no hablemos de la pretensión de extender los mandatos municipales y de legisladores. Así como la doble bofetadas que nos infligió la suprema Corte de justicia de la nación, cuando se intentaron cancelar los procesos electorales

La pretensión de elevar la estética del gobierno o su eficacia también ha provocado suspicacias. Se gastan millones de pesos diarios en anunciar cualquier tontería, desde la lucha del boxeador Canelo, la visita de embajadores, la presencia de toreros, el paso del dragón y cualquier cosa que se le ocurra. Y no me refiero a la radio, TV o prensa escrita, que esos canales se usan más bien para difusión. No, me refiero a la agresiva promoción tanto en la capital como en el estado con lonas y lonitas, esas que parecen gallardetes y que cuelgan en postes. ¿Sabe cuánto cuesta cada lonita? Por lo menos 100 pesos. Ahora imagine que para que cada evento se note se requieren miles - y no dos mil o tres mil, sino 20 o 30 mil - de lonitas cuyo costo por metro cuadrado es de 70 pesos aproximadamente, evitando de ser exagerado. Al menos se pregunta ¿Quien está haciendo negocios al interior del gobierno?.

No existe oposición a la promoción de los actos de gobierno, pues ello consolida la confianza de la ciudadanía en sus instituciones, pero cuando se hace de esta manera uno obligadamente supone negocios por debajo de la mesa y si somos más optimistas evitamos preguntarnos ¿Por qué fortalecen tanto la imagen del gobierno?, ¿es tan débil?

Y finalmente quisiera cerrar este artículo con la preocupación generalizada de la mayor parte de los chiapanecos que votaron por don Juan Sabines. En torno a si se ha construido el siguiente escalón para avanzar el desarrollo. Sin más ambages la respuesta es sí. Ni don Juan, ni Patrocinio, ni nadie en un periodo sexenal puede dar un salto que lo apreciemos todos como bueno. Menos aún si la sociedad está en un proceso de politización y comienza a entender que la democracia no es un asunto exclusivo de votos, y que ésta no acaba en los comicios. De hecho ahí inicia, y el asunto de la democracia es que no es un asunto gubernamental, sino social y que mientras los ciudadanos no construyamos una mejor sociedad, no tendremos buenos gobiernos. Si el papel de los comunicadores es mostrar los síntomas de incurias que hay que contener, debe considerarse como tal y no como actores antigobiernistas.

Me parece que un buen síntoma de esta administración es que la gente aún cree o quiere seguir creyendo en él y eso es una base sólida. En días pasado en el ejido Cuauhtémoc del municipio de Jiquipilas la gente esperó al gobernador, porque ese municipio conoció al padre y tiene recuerdos concretos de él. Lo recuerdan con cariño. Casi todo el pueblo mató vacas y borregos esperando a don Juan Sabines Guerrero para platicar con él. No le querían pedir nada, estaban contentos de que llegara. Pero la agenda no permitió ese encuentro y los pobladores se sintieron engañados. Nadie quiso comer los alimentos llevados por el gobierno estatal y se quejaron:

Si comida tenemos, a él queríamos ver… (al gobernador)

Este hecho habla de esos dos aspectos de este gobierno. Hay aceptación del gobernante aunque no de todas sus acciones y eso me parece que debe considerarse sensatamente para entender que hay un clima bueno, pero debe haber uno mejor, en el que asiente un marco que no permita, como paso de cangrejo, volver atrás. Es este un gobierno con variaciones en la percepción general. Con notas buenas y otras cuestionables, pero lo que subyace en el fondo es la aún parvularia sociedad entregada a la crítica pero ajena a la propuesta. Hoy se requiere una sociedad que no se cobije en la “inteligencia” de asumirse listos por “descubrir las fallas del gobierno” y que abandone la pose lustrosa del suspicaz y se suba las mangas de la camisa para trabajar mano a mano.