Chiapanecos de segunda
Con 25 años de habitar observando a los gobiernos de Chiapas, se dispone de un juicio que bien puede estar inclinado de filia y fobias, pero que no deja de acercarse a la media general de la percepción social, en torno a gobiernos y gobernantes.
Con la oportunidad de trabajar al interior del gobierno y en ocasiones afortunadas - para efectos de este artículo - cerca de los gobernantes chiapanecos, tengo una apreciación que se acerca a las propias entrañas del sentir del gobierno, sus conceptos, sus mesianismos, sus veleidades, sus fortalezas y su sentido del humor, con al menos 4 gobernadores.
Huelga decir y hablar de la fuerza en el ejercicio del poder de Patrocinio; la anodina inercia de Ruiz Ferro; el encanto bohemio de Javier López Moreno y la brutal megalomanía de Pablo Salazar. Como no reconocer las características básicas de gobiernos cuyo estilo trascendía a los modos y tradiciones del complejo ejercicio del poder, adquiriendo cada uno matices peculiares. Buenos o malos ya se fueron, y que bueno. Sin ser antigobiernista, espero formalmente que no volvamos a tener gobiernos con los vicios de los que han morado en Chiapas en el último cuarto de siglo. Todos sin excepción, tuvieron cosas buenas, pero estás, no lograron ocultar las malas y me perece que no debemos volver a aceptar a nadie así.
Comidas regulares y malas
En dos ocasiones nos reunimos con miembros del consejo editorial para tratar asuntos de esta revista en restaurantes capitalinos. Degus-tamos comida italiana en Due Torri frente al tec regional de Tuxtla. Lugar bonito, agradable comida y más o menos servicio, más bien menos. No fueron groseros pero parecía que nos hacían un favor. Luego buscamos comida japonesa en Kabuki en la avenida central entre octava y novena oriente. A cuadra y media del parque 5 de mayo. La comida no es mala, pero el servicio es terrible. El dueño es un defeño neurótico, con ideas muy conservadoras de los restaurantes, por decir lo menos. Si usted se abandona cómodamente en el sillón, el dueño quiere que se siente erguido. Si sube una pierna a otra silla o la alarga, quiere que la recoja (su pierna por supuesto) Si van dos o tres, no pueden sentarse en un gabinete, debe irse a una mesa chica. Aún cuando no haya más que dos comensales. En fin, mal restaurante este dichoso Kabuki, pero el asunto de las comidas era invitar a amigos que tienen criterio, edad, y de paso juicio, para tratar de construir una imagen cercana del actual gobierno, sus aciertos y sus asegunes.
El resultado si bien es variopinto, no deja de mostrar el lado consentido de cada uno (dependiendo como le va en la feria). Considerando esto y cerniendo lo malo o lo visceral el resultado se antoja de apreciaciones heterogéneas:
Primero el asunto de cómo llega don Juan Sabines Guerrero al gobierno tiene sus bemoles, porque aparece como el famoso caballo negro, cuando había un candidato que se perfilaba desde años atrás, otros que parecían ser los consentidos del gobierno de Pablo y otros que se les notaba espolón largo. Sabines Guerrero aparece al final y sin mediar gran explicación contiende con un partido distinto al suyo. Ese último hecho complica su arribo y se obliga además, un extraordinario esfuerzo para hacerlo ganar, porque la sombra de Pablo a sus espaldas casi lo anclaba a la derrota. Con todo, Juan Sabines gana. A pesar de las diatribas de los que perdieron, él gana sin trampa electoral.
Lo bueno.
Sus inicios son buenos, pero el irremediable desgaste del poder es inevitable. Programas como Amanecer con una gran carga social, son recibidos con aplausos, incluyendo los míos. Reconocer a nuestros ancianos aún con 500 pesos es un acto encomiable. Asimismo, su ánimo de hacer una gestión honorable construye una capilla de seguidores, cuando no duda en arraigar a quien toca indebidamente el erario público. (Más, el arraigo a veces, se torna agilísimo). Aprovechar el desastre de Juan del Grijalva para echar a andar un proyecto ambicioso, audaz y que lejos de hartos cuestionamientos, me parece que no está errado. Sus ideas en torno al desempleo y la microeconomía, me parecen muy orientadas: fomentar el autoempleo (carritos de hot dogs, panaderías, carpinterías etc.). El crédito a la palabra y en especial a la mujer es muy correcto; Así como el fortalecimiento legal que defiende a la mujer, es magnífico. Su amplia capacidad de negociar podría ser encomiable, si ello se sostuviera siempre en la razón, en lugar emplear grandes sumas de dinero, para comprar voluntades, pero digamos que es mejor al encono de la confrontación.
Los contrastes.
Luego vinieron las diferencias entre el ser y el debe ser. La gente asistía a sus primeros eventos con alegría. Querían ver al hijo del “ciclón del sureste”. Miles de ciudadanos que tienen frescos los buenos recuerdos que guardan de don Juan Sabines Gutiérrez, querían abrazar al hijo pródigo. Muchos llevaban fotografías del padre o habían preparado anécdotas y lo esperaban horas. Mas nuestro mandatario estimó primero otros temas, y su impuntualidad adquirió cualidades proverbiales. Con ello vino la chunga y la falta de respeto al mandatario, incluso, por gente de su propio equipo. Podría ser un tema menor, pero las características de esa impuntualidad dan sentido de un gobierno con desaseo y como muestra de ello se puede citar someramente: inicio de obras que luego se abandonaban o su edificación resultaba de muy largo aliento, como la anhelada autopista San Cristóbal - Palenque; o la regulación de los miles de topes que ofende la inteligencia ciudadana; o el saneamiento de tiraderos de basura en todo el estado; o la limpieza del Sabinal y el paso a desnivel del libramiento sur capitalino, etc., etc. La falta de eficacia en algunas obras, el consentimiento de la intransigencia de grupos, la centralización de inteligencia como reinado del Medievo (sólo al rey se le ocurren ideas y sólo él es sensible, práctico, sólo él es preocupado y cualquier decisión por sutil que sea, debe tener marca registrada del rey), y la escasa actuación crítica del gabinete, de los otros poderes, de la mayoría de los medios comunicación y no hablemos de los Partidos, que técnicamente están hincados, han dado al traste con la opacidad de un gobierno que puede ser mejor.
Cuates y cuotas
La impuntualidad y el desaseo se aunaron a las cuotas y los cuates para designar a su gabinete. Entre los amigos, gente desprovista de arraigo y por ende, de genuino interés popular. No es que sean tontos o incapaces, solo que no es lo mismo pintar la casa del vecino desconocido, que la propia. Mauricio Perkins,Nemecio Ponce y Cesar Chávez, por decir unos, atienden sus funciones probablemente profesionalmente, pero no les incomoda, si algo de lo que hacen hoy, reviente mañana. No les duele pues. No van a vivir acá seguramente. Luego, la cachorrización del poder. Hijos de amigos, Albores, Valls, Yassir Vázquez, Pariente, por decir los más vistosos, y las cuotas de partidos con los Messner, Cal y Mayor, Plácido Morales, hasta gatos de Josean debilitan la sensación de disponer de un auténtico gabinete sabinista. Y al final, los convenios con tanto líder regional lleno de mañas que le acompañan desde el congreso, que no encuentro más que expresión que entre las cuotas y los cuates, el gobierno está anclado. Seguramente usted lector dirá: que nada nos gusta, que a nadie le concedemos pero la realidad es que hay gente valiosa, hay amigos de don Juan que los han relegado, hay juniors que valen por su papel y no por el apellido, y hay gente brillante de fuera que han hecho de Chiapas su hogar, y que no han volteado a verlos.
Lo que queda
Lo paradójico del tema, es que la mayor parte de los amigos entrevistados y que se quejan de don Juan Sabines, lo hacen con tristeza y no con rabia. Lejos de dar mala a calificación a secas, la mayor parte de los que reclaman lo hacen como si el gobernador fuera un familiar. Un tío o un sobrino al que se quiere, pero que se porta mal. En el caso de la gente que no me conoce y que fui inquierendo so pretexto de comprar, viajar en taxi, bolearme los zapatos o comer, la opinión se carga más al lado del aprecio y al sentido de que vamos bien.
Los adjetivos
Me ha tocado observar y notar expresiones de jóvenes secretarias que trabajan al interior del palacio de gobierno, que al mirar las fotos del gobernador con ceño cansado se conduelen con típicas expresiones ñoñas de:
- pobrecito, se ve bien cansado.
Y eso lo he visto, cuando ellas hablan entre ellas, sin pretender pose o zalamería. Les sale natural.
He escuchado a viejos taxistas decir, con orgullo y reconocimiento:
- pues nos mando a buscar Juan para que fuéramos a recibir nuestros 500 pesos por ser viejos.
Entre amigos intelectuales y políticos, unos en la chuleta y otros no, justifican en mucho los desaciertos por los colaboradores. Suponen que la negligencia de secretarios y subsecretarios ha minado el proyecto sabinista. De hecho, en varios casos critican a quien no conocen y lo que dejan entrever es la ausencia de figuras notorias y que deben de destacar en varios temas: como concertación política, atención municipal, medio ambiente, infraestructura y otros. Incluso disculpan la falta de asertividad gubernamental en el algunos temas por la “complejidad del estado”. Vaya, hay hasta quienes se refieren con admiración, pues aparte de notar la lucidez de la vitamina P, le reconocen astucia y sensibilidad política.
Del juicio
Cuauhtémoc, Jiquipilas. El pueblo quiere pan, pero quiere ver a Juan Sabines Guerrero
Cuauhtémoc, Jiquipilas. El pueblo quiere pan, pero quiere ver a Juan Sabines Guerrero
En medio de la verdad y el mito lo que trasciende, lo que se advierte, es una política de sosegado pragmatismo. Para empezar la valoración de la democracia no es positiva, el rápido lustre ganado recientemente se ha debilitado con las recientes elecciones federales, donde el voto natural fue apabullado por un voto condicionado por beneficios y amenazas para alcanzar un equilibrado 4-4-4 para los tres partidos fuertes de México. Nadie cree hasta ahora, que haya sido voto natural. Es claro que ya no hay trampas de aritmética electoral – el que gana, lo hace porque tiene más votos – pero eso no lo desprovee de la trampa en sí, y ésta, la que no se documenta pero existe, es aún más grave porque explota la marginación y la pobreza.
Ya no hablemos de la pretensión de extender los mandatos municipales y de legisladores. Así como la doble bofetadas que nos infligió la suprema Corte de justicia de la nación, cuando se intentaron cancelar los procesos electorales
La pretensión de elevar la estética del gobierno o su eficacia también ha provocado suspicacias. Se gastan millones de pesos diarios en anunciar cualquier tontería, desde la lucha del boxeador Canelo, la visita de embajadores, la presencia de toreros, el paso del dragón y cualquier cosa que se le ocurra. Y no me refiero a la radio, TV o prensa escrita, que esos canales se usan más bien para difusión. No, me refiero a la agresiva promoción tanto en la capital como en el estado con lonas y lonitas, esas que parecen gallardetes y que cuelgan en postes. ¿Sabe cuánto cuesta cada lonita? Por lo menos 100 pesos. Ahora imagine que para que cada evento se note se requieren miles - y no dos mil o tres mil, sino 20 o 30 mil - de lonitas cuyo costo por metro cuadrado es de 70 pesos aproximadamente, evitando de ser exagerado. Al menos se pregunta ¿Quien está haciendo negocios al interior del gobierno?.
No existe oposición a la promoción de los actos de gobierno, pues ello consolida la confianza de la ciudadanía en sus instituciones, pero cuando se hace de esta manera uno obligadamente supone negocios por debajo de la mesa y si somos más optimistas evitamos preguntarnos ¿Por qué fortalecen tanto la imagen del gobierno?, ¿es tan débil?
Y finalmente quisiera cerrar este artículo con la preocupación generalizada de la mayor parte de los chiapanecos que votaron por don Juan Sabines. En torno a si se ha construido el siguiente escalón para avanzar el desarrollo. Sin más ambages la respuesta es sí. Ni don Juan, ni Patrocinio, ni nadie en un periodo sexenal puede dar un salto que lo apreciemos todos como bueno. Menos aún si la sociedad está en un proceso de politización y comienza a entender que la democracia no es un asunto exclusivo de votos, y que ésta no acaba en los comicios. De hecho ahí inicia, y el asunto de la democracia es que no es un asunto gubernamental, sino social y que mientras los ciudadanos no construyamos una mejor sociedad, no tendremos buenos gobiernos. Si el papel de los comunicadores es mostrar los síntomas de incurias que hay que contener, debe considerarse como tal y no como actores antigobiernistas.
Me parece que un buen síntoma de esta administración es que la gente aún cree o quiere seguir creyendo en él y eso es una base sólida. En días pasado en el ejido Cuauhtémoc del municipio de Jiquipilas la gente esperó al gobernador, porque ese municipio conoció al padre y tiene recuerdos concretos de él. Lo recuerdan con cariño. Casi todo el pueblo mató vacas y borregos esperando a don Juan Sabines Guerrero para platicar con él. No le querían pedir nada, estaban contentos de que llegara. Pero la agenda no permitió ese encuentro y los pobladores se sintieron engañados. Nadie quiso comer los alimentos llevados por el gobierno estatal y se quejaron:
Si comida tenemos, a él queríamos ver… (al gobernador)
Este hecho habla de esos dos aspectos de este gobierno. Hay aceptación del gobernante aunque no de todas sus acciones y eso me parece que debe considerarse sensatamente para entender que hay un clima bueno, pero debe haber uno mejor, en el que asiente un marco que no permita, como paso de cangrejo, volver atrás. Es este un gobierno con variaciones en la percepción general. Con notas buenas y otras cuestionables, pero lo que subyace en el fondo es la aún parvularia sociedad entregada a la crítica pero ajena a la propuesta. Hoy se requiere una sociedad que no se cobije en la “inteligencia” de asumirse listos por “descubrir las fallas del gobierno” y que abandone la pose lustrosa del suspicaz y se suba las mangas de la camisa para trabajar mano a mano.
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