16.1.12

Pablo, Josean, Valls y otros taimados.


Los deberes éticos y morales del gobierno son temas que llenan las charlas en todos lados y en la mayoría de los casos, bajo la premisa de que el gobierno es malo y ladrón y por ende, los gobernantes son eso. Los ciudadanos, somos regularmente buenos, cumplidos y somos abusados de esa raza especial de humanos: los que gobiernan. En esta charada los términos ética y moral sólo pueden considerarse sinónimos en nuestros juicios, y los usamos de una forma indiscriminada y sin rigor. Cuando lo hacemos engrosamos la voz o arqueamos la garganta para dar gravedad a nuestras palabras. Los mexicanos tenemos palabra de virrey: hablamos con una suficiencia que cualquier despistado supone que somos politólogos o al menos cultos en la materia. Qué risa

La ética, sin profundizar, alude a aquel comportamiento de los individuos que para ser honorables, honrados y solidarios. En cambio la moralidad habla de las «costumbres» que regulan los comportamientos de los individuos, en tanto son miembros de un grupo social.

Ahora bien, desde mi perspectiva, ni la conducta ética ni la conducta moral han sido entendidas del todo o por todos. Solo aventuramos juicios de valor que lejos de describir lo que sucede lo enmarañamos en una verborrea incesante de equívocos. En el uso ordinario del español el término «moral» supone de algún modo, observar normas vigentes en un grupo social dado (costumbres) como lo confirman las expresiones: moral burguesa, moral tradicional o moral vinculadas a las “buenas costumbres”. Cuando se habla de ética lo hace uno así: “él lo ha hecho por ayudar a los necesitados, aun cuando pierda su ganancia”, aludiendo al “deber autoimpuesto” que supone intimidad del individuo o de la conciencia del individuo, y no de la inercia social o de la presión del grupo al pertenece.

Lo cierto es que ni estos rasgos básicos son entendidos del todo y como consecuencia cualquier juicio será una charla equivocada, legítima, pero errónea. Y la verdad podríamos obviar el tema, pero cuando esto llega a los medios masivos de comunicación y ello contribuye a torcer más nuestros juicios torcidos, y vale pues, ha menester una reflexión.

Mire usted hay en el ambiente dos temas interesantes las martirizaciones y escarnio de dos señores que han bregado de la administración y que, insatisfechos, buscan seguir instalados en la succión de la teta gubernamental: Pablo Salazar y Josean Antonio Aguilar. Ambos han sido antes que otra cosa, gentes. Del tipo más común. Más ahora han colocado sus filias y fobias en un plano masivo que hoy el debate es sin son víctimas o sujetos de la mayor justicia. En el otro extremo están el anodino Jaime Valls y Mónica, sepa que, hija de Elba Esther Gordillo.

Sin que sean los únicos o la razón de mi humilde análisis, estos casos son por decirlo de alguna forma, clave para revisar nuestra noción de la ética o la moralidad. Así que si no está dispuesto a revisar tan aburridos temas, este es el momento de abandonar la lectura y saltarse directamente a sociales que según veo, promete la simpática y abusada Karla García.

Mire con mis magros conocimientos de biografías puedo decirle que Pablo, Josean y el dueño actual del rancho los conocí antes de estuvieran empoderados. Pablo solo tenía un volchito rojo, Josean era más cuco, pero no la gran cosa, vivía enfrente de mi casa en Tapachula a media cuadra del famoso bar Manolo, en el centro de Tapachula y el actual dueño del Rancho, llegó a Chiapas en el 1999, en una situación precaria y recuerdo especialmente una camisa morada que poco combinaba con un pantalón café tan brilloso, por haber sido planchado ampliamente. Eran pues, gente. Ni buenos, ni malos. Vaya, eran hasta simpáticos, pues eran como somos los ciudadanos de segunda, de esos que nos peleamos con deudas y deudores que viajamos en camión o combis, y tarjeteando en avión; que comemos carne de vez, en vez; que echamos harto trago y miramos mordiéndonos los puños, nuestras telenoverlas. Gente pues, como diría la sabia Ana Violeta.

Caso distinto son los hijos de Elba Esther y Sergio Valls, que todo se les ha dado por añadidura y que la vida la han tenido de bajada y que son tan hambrientos, como diría la copainalteca, que no contentos con vivir con un boato logrado por la falta de escrúpulo de ambos padres, ahora pretende hacerse un nombre en la política, para no sólo tener lana y poder, sino además, fuero y reconocimiento social…¿qué tal eso?...chuchos deveras.

Pues bien, todos estos especímenes, antes de ser conocidos en la política tribal chiapaneca, era gente falta de ética y que habitaban en una moralidad cuestionable ¿y sabe como quienes?, pues como nosotros, los chiapanecos de segunda. Antes de ser los tipos que saturan los medios de comunicación eran gente de a pie, por decirlo de manera llana. Hacían colas en los bancos, pedían favores y no andaban escoltas, ni nubes de aduladores o cargamaletas.

Si revisábamos su ética, es muy seguro que era harto cuestionable: se pasaban los altos de los semáforos, trataban de no pagar impuestos, pedían favores para no hacer colas, hacían negocios que de antemano sabían que no eran correctos pero estaban obviados por la ley, usaban las influencias a su alcance y como individuos, no oían la voz de su conciencia. Sabían sin duda que mucho de lo que hacían estaba mal, pero seguían haciéndolo. Como individuos no eran éticos.

Como personas tampoco eran morales: los de la cola que descubrían que estos lograban evitar el trámite los detestaban; los ciudadanos comunes que descubrían sus negocios los odiaban y aquellos que resultaban afectados por estos, les mentaban la madre ampliamente. Las buenas costumbres que aprecian la solidaridad, la humildad y la honorabilidad no fue signo de todos estos gallos y gallina. No hacían lo que debían como individuos y tampoco fueron reconocidos como gente moral por su falta de apego a las “buenas costumbres de los demás” Ahora dígame ¿cómo estos señores poco éticos y poco morales iban a ser cuando tuvieran poder público? Pues exactamente iguales de pillos, pero ahora a lo bestia. Seguramente tal como lo haríamos nosotros si nos dieran lado. Reconozcámoslo. Somos mexicanos y de seña corrupta.

Pablo y Josean no han sido unas peritas en dulce. Pablo fue tan duro como la mano que hoy lo castiga (el castigador de hoy será castigado mañana) y Josean era tan despótico que aún hay eco de sus abusos cuando era poderoso. Si no me cree pregúntele a Blas Zamora que lo soportó años. Hoy estos “mártires” conocen de primera mano las arbitrariedades que les infligían a otros y no se trata de equiparar o de suponer justicia en ello, sino de hacer un ejercicio de memoria básico y quitarles ese martirio que muchos le claman. Nada que ver. Sólo un ciclo más.
Permítanme agregar en descargo de Pablo un tema equilibrador: nunca en la historia de Chiapas se vivió un periodismo más sano que en su gobierno y nunca como hasta su llegada, se les puso un freno a los cobros abusivos de los medios locales de comunicación social y de los comunicadores que medraban con los recursos públicos. Lo digo para asentar que mi expresión no está pagada.

Los casos de los hijos de Elba Esther Gordillo y de Sergio Valls, hacen su carrera en el escalón siguiente de la infamia pública. No han conocido la austeridad de la prole. No tienen un mínimo de esfuerzo para ganarse por si lo que hoy disponen, propio de hijo de caciques. Todo lo que tienen les ha sido heredado y como nada de lo que han hecho les ha costado, no tienen responsabilidad y aún cuando se les dispensa su falta de perversión como grillos, no puede uno omitir que son el reducto más nauseabundo de la revolución, de la libertad y de la democracia, sin comillas.
La primera sin ningún pudor hereda Partido y ahora quiere darse baños de pueblo a costa del chantaje de la terrible y poderosa Elba Esther. El segundo nos ha recetado uno de los peores gobiernos de Tuxtla, un reptorado de la UNACH insubstancial y ahora bajo el pretexto de la presentación de un libro cojo de esfuerzos, que muestra bien sus alcances como alcalde: no hizo nada, pues publicita el mercado del centro y el asta bandera monumental como sus obras cumbres y la mitad de su dicho es mentira, pero no obstante trata de endilgarnos su candidatura al senado por el PAN.

El hijo de su papá, Valls, incluso en una mini-fechoría nos trata como nos considera, como unos auténticos pescuezos, cuando con la publicidad de su gazmoña hermana trata de engañarnos. Tercia de Patanes. No reconocen acto ético en su práctica cotidiana y son inmorales cuando tratan de saltarse las convenciones y costumbres que aspiramos los mexicanos y chiapanecos que buscamos a un mejor lugar para vivir.

Todos, son resultado infame de sus terribles actos. Pero recuerde que ninguno estaría donde está o haciendo la cantidad de atrocidades, si nosotros, los ciudadanos, participáramos activamente en política y dejáramos de estirar la mano para recibir limosnas, y darles certificado de legitimidad a estos ciudadanos de primera.

Cosas veredes

Mal termina un gobierno que dilapida en lujos por un lado y recorta plazas y sueldos para compensar. Francia vivió eso hace más de 200 años, ¿Cuándo tomaremos nuestra bastilla?