Los festejos del Bicentenario de la Independencia de México y Centenario de la Revolución Mexicana, que se llevan a cabo en Chiapas, han sido reconocidos a nivel nacio¬nal, asegura la hija del ex gober¬nador Jorge de la Vega, Katina de la Vega Grajales, que es la coordinadora en Chiapas, de la conmemoración de los 200 años de la Independencia Nacional. Según ella, vamos adelante de todo el país, por lo menos eso aseveran medios locales a los que ella jamás corrigió, si hubieran interpretado mal sus palabras.
Cuando uno conoce el pro¬grama que ha previsto la apara¬tosa y anodina oficina que dis-pone Katina para tan singular ocasión, se puede prever que solo se repiten los eventos previs-tos en la agenda cívica y no hay mayor diferencia con respecto a otras celebraciones.
Esperemos a ver que pasa el 14 de septiembre, día que se reinaugurará la torre Chiapas y el Parque Morelos o plaza de la solidaridad, o sepas Dios como era su anterior nombre. Porque cada que pasa un nuevo gober¬nante le cambian de nombre, aún cuando la mayoría de los tuxtlecos siguen llamándolo par¬que Morelos. Bueno, según la hija del ex gobernador ese día se va a echar la casa por la ventana y se presentará una pantalla gi¬gante que dará cobertura a cien mil invitados y presentarán un video sobre las bellezas de Chia¬pas. Mmm…una pantalla… mmm…también un video… mmm. Vale pues.
Bueno, pues la señora Katina ha expresado que incluso nuestra fastuosa celebración es tan magna que alcanza latitudes hasta Guanajuato (no lo puedo creer… ¿hasta allá?) donde se presentará un pabellón enorme que de igual forma permitirá que los mexicanos sepan más de la entidad. Habla igualmente del refuerzo del nacionalismo y del espíritu patrio. Anuncia una colección de música de lo que es la historia de Chiapas, en donde se puede mencionar la autócto¬na y de los grandes composito¬res que presentan temas de todo tipo. Luego pretende explicar su particular punto de vista acerca de Chiapas y su federación, y cuando incurre en esta opinión, la hija de su papá, acusa lo que ella es: Una chiapaneca defeña que no conoce Chiapas.
Sus relaciones con intelectuales y políticos prestigiados como Jorge Castañeda y De¬metrio Sodi (dicen algunos de afectos y aprecios) demuestran que ella ha aprovechado su ran¬cia cuna “comiteca” para buscar su propio espacio. Pero su papel como servidora público es por demás deplorable.
En nuestra entidad fue la responsables de una cosa que se llamada oficina de pueblos y ciudades o Desarrollo integral de poblados, Secretaria de turis¬mo y ahora Coordinadora de los festejos del bicentenario y se ha mantenido en la teta guberna¬mental tanto tiempo, sin ofrecer un trabajo que hable bien ella, que no se extraña uno, de los pobres resultados que ha dado la oficina que actualmente coordina y que su mayor éxito son un montón de lonas, camisetas y tazas para los cuates y un sitio web que nadie actualiza, y peor aún, casi nadie visita.
Lamento eso, porque el Bi¬centenario era pretexto extraor¬dinario para hacer 100 concier¬tos en todo el estado con bandas, filarmónicas, grupos de rock, ensambles, grupos de cámara y cantantes famosos. Se pudieron haber hecho cien ediciones de carácter históricas con el sello del bicentenario recuperando desde textos de Lucas Ala¬mán, de don Carlos de maría y Bustamante, por su perspectiva sureña, hasta llegar a Andrés Fábregas, Jan de Vos, Sergio Nicolás Gutierrez, Humberto Ruz y Juan Pedro Viqueira, por decir algunos. Como hubiera estado bonito hacer un ciclo de mil conferencias (se puede) para ir a cada plaza pública a hablar de Chiapas.
Vi en una ocasión a Carlos Gutiérrez Alfonzo leyendo en plaza pública de Comalapa y en voz alta a Jaime Sabines. En el parque pusieron sillas, le dieron una mesita y un micrófono. La gente -que no era invitada, sino transeúntes- estaba atenta. Les gustaba ese loco que hablaba de ideas bonitas. Ahora, imagi¬ne charlas con un poco mas de organización. Imagine el efecto de una orquesta sinfónica en San Cristobal, Tuxtla Gutiérrez o Comitán. Aún recuerdo a la orquesta sinfónica de Jalapa que vino al Teatro Emilio Rabasa en la década de los 90s. Cientos de tuxtlecos – sin la ser la “intelec¬tualidad”- aplaudíamos a rabiar. Imagine al gobierno regalando miles de libros conmemorativos. Y aún cuando puede sonar caro, no lo es. Hubiera bastado con¬vocar a alcaldes y prorratear el gasto con el gobierno estatal y federal.
Pero bueno, ya se que pien¬sa que es difícil reunir a todos los presidentes con este motivo cuando lidian a diario con “verdaderos problemas sociales” (con que lo hubiera pedido el gobernador, ya verá si no vie¬nen) pero pudo dedicar los primero días del año a invitar¬los personalmente y animarlos a sumarse. Hubiera bastado con que dijera: el gobernador nos encarga…
Con un convenio suscrito, desde el inicio del año, con todos los alcaldes para coordinar este esfuerzo, a fin de aprovechar la lana de todos, hubiera bastado. Cada municipio pudo haber pa¬gado un concierto, un libro con un tiraje de 5 mil ejemplares y una serie de eventos que divididos entre todos, bien se hubiera logrado una magna celebración.
El sistema de Radio y Te¬levisión de Chiapas (omitamos por pudor eso de la cinema-tógrafía) en coordinación del centro de estudios sociales de Chiapas y Centroamérica (cesmeca) de la UNICACH se la hubieran pasado grabando programas con los resultados de las nuevas investigaciones sobre nuestro estado. Con imaginación habrían salido 100 progra¬mas de media hora con los que nos debieron estar machacando no solo este año sino los venide¬ros para realmente saber cómo somos. Al respecto es sano decir que con solo unas llamadas y un pequeño equipo de producción grabaron algunos programas en torno a nuestra memoria, cuya producción fue de mala a buena, pero cada programa encerra¬ba unas charlas fabulosas, por la calidad de invitados y porque el moderador, hizo las preguntas exactas. Estas entrevistas televisivas se reproducían para radio y era realmente difícil dejar de escucharlas ¿y su costo? Casi nada.
La iniciativa privada pudo entrarle a hacer un museo iti¬nerante para llevar a todos los municipios una exposición que hablara de Chiapas y de las cosas buenas que hacemos, para animar el espíritu de trabajo. El INAH, pudo haber hecho la propuesta museográfica acerca de la rica cultura que nos pre¬cede.
El propio CONECULTA pudo ensanchar sus actividades hacer todos sus eventos con el sello. Que a decir verdad, no se que hacen, Lo que si sé es que entre CONECULTA y la ofi¬cina de festejos de Bicentenario de doña Katina no se hablan y lo que es más, no se quieren. Las veleidades han convertidos a funcionarias en hogueras de frivolidades banales (si eso existe, claro está).
Si se hubiera coordinado un programa general para unifor¬mar las actividades y festejos; si se hubiera coordinado a un grupo de intelectuales y organi¬zadores hartas cosas se hubieran hecho. Si esta coordinación se hubiera “coordinado con todos” hubieran hecho una gran cele-bración. Si se hubiera, si se hubiera. Pero no existe el hubiera y la hija de su papá se asumió muy importante para ocuparse de ba¬gatelas de su encargo o desdeñó la “pobre posición” que le die¬ron e hizo como que trabajaba y sabrá Dios que hizo realmente. Si en septiembre hay hartos eventos, no creo que se deban a la hija de su papá, sino a la iner¬cia de la fecha y a lo argüende¬ros que somos los chiapanecos.
Torre Chiapas en zona de fango
Las obras públicas del go¬bierno actual están mal. La nueva supercarretera, que no es autopista, que va a Tonalá y que en este mes se inauguró, está cayéndose en varios tramos. Preocupa que esa obra sea como la otra que va Cosoleacaque Veracruz. Nunca está bien y su calidad es terrible. No vale lo que se paga por peaje. La de Tonalá no aguantó su primer lluvia y ya la están arreglando.
El sufrido micropaso a des¬nivel que les llevó dos años hacer en el libramiento sur de nuestra capital, tiene hundimientos en la cinta asfáltica de 40 centíme¬tros. Los coches invariablemente rayan su panza y los despistados que caen de golpe, no pueden evitar recordar amablemente a las progenitoras de muchos funcionarios. Y esta obra está nueva.
Dicen los expertos que lo cavernoso o fangoso de nuestro suelo es la causa de que edifi-caciones como puentes o cons¬trucciones de multinivel sea difícil hacerlas en nuestro estado. ¿Recuerda el cristo de Copoya? pues debieron detenerlo y modi¬ficar su material de construcción y sus bases porque el proyecto original era muy pesado. De haberlo hecho con las especifica¬ciones originales lo más seguro es que se pudo haber caído por estar sobre cavernas.
De la misma manera el fa¬moso puente a San Cristóbal tardó en hacerse, no solo por la negligencia y estupidez de Pa¬blo Salazar (que ha regresado a elegir a otro gobernador, dicen, no me crea) sino porque el dise¬ño del puente original requería suelo firme y de eso no muy hay por acá. Si usted supiera como está sostenido el puente actual, sudaría al pasar por ahí. Bá¬sicamente el actual puente es una caja hueca que se ancla en sus extremos y no se sostiene por megacastillo que tiene abajo. No quiero decir que esté mal, solo que requirió una solución com¬pleja el puentecillo que tanto ayudó a detestar, al detestable Pablo Salazar Mendiguchía.
En el caso de la Torre Chiapas que está punto de ser inaugu¬rada me comentaban ingenieros de la misma, que se edificó en la zona mas fangosa de Tuxtla y que se requirió de una inversión mayor para mantener su equi¬librio y evitar que se balancee. Esta torre que aún no sabemos negocio de quien es, ni quien es realmente el dueño. Vaya no sabemos si fue el estado el que invirtió o si la IP lo hizo, lo cierto es que tiene los vicios de edificación similares a los de administraciones anteriores. Y esperemos que el negocio en ciernes, no vaya a inclinarse un día y nos remitan la factura nue¬vamente.
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