20.9.10

minusvalía lectora en México.

En México 7 de cada 10 estudiantes de pri¬maria y secundaria, esto es, poco más de 14 millones 600 mil estudiantes, efectivamente decodifican el alfabeto pero no saben leer. No leen con fluidez y lo que es peor, no comprenden los textos.

Los niños o jóvenes leen mal, muy mal y cuando lo hacen están tan concentrados en decodificar con eficacia el alfabeto que no van al tanto de las ideas que están expresando. En reciente declaración del secretario de Educación Pública, Alonso Lujambio Irazábal, dio a conocer estadísticas al respecto, realizadas en miles de escuelas de todo el país, y muchos levantamos las cejas y comprendimos porque, entre otras cosas, nuestro país está como está.

Una semana antes de volver a clases, los maestros en todo el país -más de un millón de ellos- se dedicaron a atender asuntos relativos a las nuevas estrategias del gobierno para salir de este penoso cuadro; de la obesidad y la presentación de nue¬vos textos de historia. Y, en toooda una semana, vieron tres asuntos torales para reiniciar las clases con mayo brío.

El primer asunto fue resolver problemas burocráticos: tres días. De los cuales siempre los maes¬tros se presentan, firman piden permiso, salen, se reportan enfermos y un largo trecho de etcéteras, para perder el tiempo, y que son harto eficaces para el propósito. El segundo asunto fue fomentar hábitos del mejoramiento físico (tablas rítmicas, calentamientos y actividades físicas) y todos, sin excepción, lo tomaron a desmadre. Hacían bro¬mas mientras un maestro les explicaba. Todos se hacían bromas entre ellos, porque resultan ser los primero obesos que no podían hacer casi nada de los ejercicios que supuestamente deben practicar con sus alumnos y se pedorreaban de tanta risa, de no poder siquiera agacharse y tomar sus tobillos. Cuando mucho se concretaban a observar mejor el trasero de la compañera buenona o del maestro más galán. En fin que fue un asunto casi inútil. Una hora de práctica.

Y el tercer asunto tratado, fue el de ampliar los horarios de lectura en niños y jóvenes: un día para atenderlo, una hora de discusión. En ese día los maestros trataron un asunto tan delicado con todo la capacidad que les da su bagaje (¿cual?). Al menos en Chiapas se dedicaron a hablar de la lectura de comprensión y ese concepto los enfrascó en discusiones retóricas derivadas una punto de profes ignorantes, que jamás leen. Ni en defensa propia, vaya. No puedo imaginarme el nivel de discusión. ¿cómo un maestro que se enfrasca diario en charlas de cantina, de novelas, que está más ocupado en sangrar al ISSSTE, que busca perder el tiempo miserablemente y que especialmente no lee, puede esgrimir un mínimo criterio sobre la importancia de la lectura y sus alcances? ¿cómo, díganme?

Por eso al concluir la ceremonia de presentación de los “Estándares Nacionales de Habilidad Lectora” el pasado 26 de agosto en la ciudad de México, el secretario de la SEP, explicó el opro¬bioso estado en que se encuentran los más jóvenes mexicanos e hizo un llamado a los padres de familia a colaborar en la generación de una “nueva cultura por la lectura”. Dijo que para saber eso, se realizó un estudio dentro de las escuelas primarias y secundarias del país y que: aproximadamente el 30 % de los niños de cada uno de los grados están dentro del estándar de identificación de palabras y comprensión del significado del texto.

Convocó a los padres de familia a sumarse a ésta actividad, reiterando que si todos los días leemos 20 minutos con nuestros hijos y cada 4 o 5 días les medimos cuántas palabras por minuto leyeron, vamos a poder evaluar con gran precisión lo que están avanzando nuestros hijos. Y aseguró Lujambio Irazábal a los padres de familia que en 4 o 5 meses van a ver una mejoría radical, notoria, espectacular, del modo en que nuestros hijos lean y comprendan la lectura (pobre…es tan iluso, como los que creyeron en el 2000 que una vez afuera el PRI de Los Pinos, México se iba a transformar dramáticamente). Lo único con lo que si estamos de acuerdo es con aquello de que en ésta tarea “los padres son protagonistas”. Pero creemos que los resultados de una nueva cultura con respecto a los hábitos de lectura de los niños van a llevar años, si no, lustros.

Lo cierto es que no se puede descansar la edu¬cación en los maestros. En México y básicamente en este momento, lo que los maestros enseñan a los niños y jóvenes son rudimentos del conocimiento y en la mayoría de los casos, procuran que el niño memorice, que recuerde datos, no le enseñan a aprender y mucho menos a amar el conocimiento. Pero lo peor de todo es que en ese proceso le infligen la actitud derrotista acerca del país y le enseñan como las cosas se pueden hacer mal y de paso, exigir que les paguen bien. Como a ellos.

Por ello es imprescindible que los padres en¬tren al quite en la educación fortaleciendo el sen¬tido filosófico del artículo tercero constitucional que a la letra dice: La educación que imparta el Estado tenderá a desarrollar armónicamente todas las facultades del ser humano y fomentará el amor a la Patria y la conciencia de la solidaridad, en la independencia y en la justicia…(sic) …dicha educación será laica y, por tanto, se mantendrá por completo ajena a cualquier doctrina religiosa; ..(sic)…Será democrática, considerando a la de¬mocracia no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo; Será nacional y atenderá a la comprensión de nuestros problemas, al aprovechamiento de nuestros recursos, a la de¬fensa de nuestra independencia política, al asegu¬ramiento de nuestra independencia económica y a la continuidad y acrecentamiento de nuestra cultura…(sic)… contribuirá a la mejor convivencia humana, a fin de robustecer en el educando, junto con el aprecio para la dignidad de la persona y la integridad de la familia, la convicción del interés general de la sociedad, evitando los privilegios de razas, de religión, de grupos, de sexos o de individuos. ¿Que tal eh?...apuesto a que ni lo había pensado y supuestamente, eso, deben hacer nues¬tros maestros

Pero volvamos con nuestro valiente funcionario federal que señaló que no se trata sólo de leer rápido por leer rápido, con fluidez, sino que ello otorga mayor capacidad de comprensión de los textos. Si se lee de corridito sabemos qué clase de lectores somos. Al concluir la ceremonia el secretario volvió a señalar que mientras en México el promedio de lectura por habitante es de 2.9 libros por año, los españoles leen 7.7; los argentinos 3.5; y los alemanes 12 libros por año.
Coincidimos con el secretario Lujambio Ira¬zábal sobre la necesidad de una nueva cultura de la lectura y la mejor manera de lanzar una iniciativa que logre finalmente gene¬rar este incentivo para que todos los mexicanos aprendamos a leer, es que los padres de familia tengamos una claridad exacta y precisa, de cómo están leyendo nuestros hijos. (quedamos medios mudos )

Como nota final debemos expresar que no todos los maestros son malo e ignorantes, borrachos, mujeriegos, chismosos, malechotes, peorpensan¬dos, pepenaflojeras. No, hay buenos maestros. No muchos es lo malo. Pero hay algunitos.