21.2.11

Entre Aristegui y la pérdida de ecuanimidad

La supuesta expulsión de Carmen Aristegui de su programa radiofónico matutino supusieron los fatalistas, era un asunto de Estado. La propia periodista excusó a sus expulsadores – por así decirlo – y se convirtió en la portavoz de la familia Vargas, dueña de MVS, de ser sujetas de reglas inequitativas para poder brindar – y cobrar, porque en el fondo es un negocio- tecnologías de última generación. De repente Carmen Aristegui con la brutal inteligencia que tiene resultó ser una indefensa chica, a la que todos, hasta los más avispados, corrieron a protegerla y a sancionar al terrible, malévolo y borracho Felipe Calderón. -Mmmm. ¿será?

Digo, no es que disculpe o no vea la piel tan delgada que ahora resulta tener el Presidente frente a una estúpida lona que impulsa el patán y cavernario Fernández Corroña. Pues no solo era una vulgaridad innecesaria, sino que además, debieron haberle permitido a los corifeos de este animal metido a legislador poner su manta. Debieron haberles dejado decir eso a los petistas. Es su derecho. Asimismo debieron haber seguido la sesión y ya. O incluso echar a andar un reglamento que ahora regula estas expresiones. Pero no, las panistas hartos sensible miraron por encima del hombro, levantaron violentamente el rostro hacia el frente, y con un – ashh, se marcharon indignados y rápidamente le informaron a Jelipe de cómo no habían permitido continuar la sesión con tamaña ofensa. Hágame usted el Cavorcísimo fabrón.

Desde la presidencia, inmediatamente, la gente de Calderón –otra bola de inmaduros se
quejó desde la peña de poder con la familia Vargas, y estos “pobrecitos”, no les quedó más que correr a la indefensa Aristegui. -Mmmm, see. Todos sin excepción, me parecen una bola de sensibles. Todos, hasta yo. Y nos comportamos como unos adolescente con harto barro en la cara, que nadie los comprende y hacemos harto puchero por todo. Con la debilidad de la que ahora es poseedora la figura presidencial, sus escasos bonos los echó por el caño del desagüe, por hacerle caso a un loco, como es el patán de Loroña.

La familia Vargas, con el ánimo de seguir en la puja por conseguir más concesiones de cobertura de medios digitales, miente y corre a Aristegui, previo acuerdo de que cuando ella se queje de esa salida, diga que el gobierno federal, es injusto e inequitativo con los Vargas. Aristegui quejándose de la endeble libertad de expresión, hace del conocimiento de todos nosotros – gracias Carmen – de la inequidad de la que son víctimas los pobres empresario Vargas. Y nosotros en una mágica paradoja de la falta de libertad de expresión, se lo decimos a todos, hasta el que no le interesaba y conseguimos harta solidaridad; luego nos rasgamos las vestiduras y con la cabeza posada en una mano, mientras permanecemos sentados – como el pensador de Rodin – lloramos nuestra desventura. Que risa. El mundo lo miro al revés. Esa por supuesto es mi particular perspectiva.

Luego no faltan los defensores profesionales que le dicen a Juan para que entienda Pedro. Dice el venido a menos Manuel Camacho, que no se qué coordina, que:
En ese fallo converge una decisión central sobre la libertad de expresión, el ejercicio del poder presidencial, el tipo de competencia electoral que se prefigura para 2012 y el acto de gobierno más importante para un proyecto de cobertura nacional de telecomunicaciones que aumente la competitividad de la economía mexicana y el acceso de todos a las tecnologías de última generación. La decisión puede acelerar las tensiones internas o abrir un cauce para mejorar el ambiente político y desatorar decisiones de la mayor importancia para el interés público; la decisión, desde luego, rebasa a los concesionarios.
Jo,jó. Nadita soy.

Me parece que el evento efectivamente no es menor, ni soslayo la defensa de un espacio para la opinión inteligente que casi no hay en otros medios y estoy convencido de que todos debemos opinar, porque es necesario para la pluralidad y además, la ciudadanía debe elegir que escuchar y normar su propio juicio. Pero, y sin disculpar a los panistas inmaduros, la libertad de expresión y de prensa, no se ha coartado. Ni se vive en México una situación de falta de libertad de expresión.
Acá cada quien dice lo que quiere y evidentemente lo que le conviene, y la Aristegui tal como es, no se quedó quieta llorando su mala fortuna. Se defendió con mucha sutileza en su decir pero con harto reflector. Que bueno que se defendió ¿caso estamos como Egipto o Irán? O no vayamos lejos como Venezuela. No, acá estamos jodidos pero no vivimos en una dictadura.

Tampoco creo que en aras de hacer garante la libertad de expresión, se haga a costa de destruir la propia institución presidencial. Es menester que todos tengamos ecuanimidad, porque necesitamos un gobierno para orientar al país, y debemos de dejar el deporte de pegarle al gobierno, por el sólo hecho de serlo. Hay que criticarlo si, pero debemos valorar los alcances de nuestra crítica. Este incidente es sano por ser un desafortunado episodio de una bola de nieve de estupideces, pues lo más que debió haber hecho – y es mucho- que la nota la aclarara como lo hizo Roberto Gil, en lugar de propiciar “la expulsión” de la reconocida periodista.

Lo que también estimo que se debe defender es la necesidad de que para las próximas elecciones de 2012 existan condiciones de equidad y las libertades que permitan que haya una verdadera competencia. No puede haber una elección libre donde los medios, sobre todo los electrónicos, no permitan la libre circulación de la información y el debate de las ideas. Lo que también está de por medio es la decisión más importante ahora, en materia de telecomunicaciones. Abrir libremente la concesión de tecnologías para dar acceso a millones de usuarios a televisión de mejor calidad, que permita a todos y en especial a los hogares de bajos ingresos, entrar en una comunidad más plural. Esta estrategia es, además, generadora intensiva de empleos. Se considera que por cada 12 millones de conexiones de banda ancha se crean dos millones de empleos. Con independencia de quién cuente con la concesión, ésta representa una enorme oportunidad para México.

Y dejemos, ya de pensar que ahora, el retorno de la Aristegui -Tal como lo adelantó Televisa, a través de Brozo, muchos días antes – se debe a un triunfo de la revolución. Ella nunca se fue y nunca fue realmente víctima. Es demasiado inteligente para ello. Además hay incluso reclamos serios al respecto, vean lo que dijo el poderoso periodista Ciro Gómez Leyva:

Pensé que Carmen Aristegui tendría una palabra para nuestro compañero de Multimedios Laguna, Rodolfo Ochoa Moreno, asesinado en la madrugada en nuestra planta transmisora de Torreón, diez horas antes de que ella leyera un texto sobre sus problemas laborales con la familia Vargas de MVS. Qué ingenuo. Ella y su coro no tuvieron esa actitud fraterna cuando asesinaron en la Comarca al reportero de Milenio, Eliseo Barrón, mayo de 2009. No sólo no la tuvieron en el secuestro, ahí mismo, julio de 2010, de nuestro camarógrafo Javier Canales, sino que a la primera oportunidad escupieron la calumnia de que podría tratarse de un montaje. Que no me vengan con el cuento de la solidaridad. Que no mamen.


Ahora ciertamente el gobierno tiene en sus manos la posibilidad de convertir un problema que lo debilita y desacredita, en una decisión de Estado mediante la cual reafirme su compromiso con la libertad de expresión, proteja a la figura presidencial, ayude a crear mejores condiciones de competencia para las elecciones presidenciales y nosotros dejemos de ser, de una vez por todas, crédulos e irreflexivos. Amén.