1.2.11

ley agraria del 6 de enero de 1915

De la relevancia al soslayo

La reforma agraria, resulta ser un proyecto político a gran escala, cuyo objetivo es un cambio rápido y radical del régimen de propiedad y explotación de la tierra. Bajo esta denominación se encuentran múltiples procesos que deben ser contextualizados en relación a tres aspectos claves: el alcance, las indemnizaciones y la organización.

La reforma agraria ha afectado a todo el país desde hace casi un siglo, para cambiar las grandes parcelas y latifundios en medianas y pequeñas propiedades. Sin duda ha contribuido, en todo caso, a una transformación profunda de la estructura de propiedad y explotación.

En el tema de la organización, la reforma agraria en México ha contribuido a construir una necesidad ingente del gobierno de “ayudar” al campesino, condicionando su adhesión política y no importa las veces que repitan: este programa no está condicionando a las tareas de ningún partido político, en esencia se sigue el mismo patrón solo que más refinado y más cínico. Desde las elecciones para elegir alcaldes o gobernadores, hasta la injerencia del gobierno en el cambio de dirigente estatal del PRI, por ejemplo, quien está al frente del poder público, es capaz de montarse en los procesos internos, incluso exigir e impulsar que se consulte a las bases, para luego echar a andar a todo el aparato de gobierno e inclinar la balanza por el hijo del algún exgobernador, por ejemplo.

Es decir, la organización del campo en México ha tenido matices muy lamentables en materia de ayuda y contribución con este sector. Al contrario en el plano local, el asambleísmo ha resultado una de las mejores garantías de la armonía en las comunidades rurales.

Sin embargo lo penoso del análisis de este proceso político es que el campo mexicano ha perdido soberanía. Si ciertamente hoy producimos más, no esto de los mexicanos, sino de empresas extranjeras que mediante varios mecanismos arrendan la tierra y con tecnología y recursos extranjeros hoy producen más. Pero el único beneficio para el campesino es la contratación de su mano de obra, y con ello volvemos a las condiciones que existían hace un siglo, cuando el dinero y lo que produce el campo, no es de quien lo trabaja, sino de quien tiene el capital e invierte. Nuestra historia camina en círculos.

Nuestros campesinos promedio. Los que están frente a la tierra. No aquellos que salen en los comerciales recibiendo un tractor y sonriendo agarrando una mazorca, siguen olvidados y coincidimos con la diputada Arely Madrid, quien proviene del sector campesino del PRI, que la minimización o la casi desaparición de las oficinas de la reforma Agraria, ha resultado la eliminación de uno de los pocos espacios donde había continuidad de políticas públicas al respecto, y a donde los campesinos acudía a buscar ayuda. La pérdida de ese espacio de negociación de ayuda ha significado el inicio de la debacle del campo mexicano.

De ahí pues que se penoso que diputados pelmazos como Enoc Hernández del PT, digan que Chiapas se ha destacado por la implementación de políticas públicas, enfocadas a elevar la productividad y mejorar la calidad de vida de los campesinos…

Que el rezago que arrastraba el campo chiapaneco por muchos años, ha sido atendido y mejorado por el gobernador Juan Sabines Guerrero en pueril muestra de agradecimiento por sostenerse en la teta gubernamental. Sin demeritar el trabajo de este gobierno, las cosas no son como dice este adulador ignorante. El campo está mal y nuestros campesinos han entrado en este juego vicioso de un paternalismo corporativista, cuyo fin perverso de los programas de gobierno, es tener una masa ingente de votantes y no importa si haya destino cierto con dichos programas o los campesinos de hoy tomen lo que está al alcance, sin importar el futuro.

El campesino promedio de Chiapas o Oaxaca, está mal económicamente y sus oportunidades para desarrollar una economía más digna requieren que tanto en plano nacional como el chiapaneco, nos hagamos seriamente la pregunta ¿estamos haciendo bien las cosas? en lugar de escuchar a panegiristas que cobran como diputados locales.

Pero en descargo de Enoch Hernández, bien vale decir que no está solo. Hay más aduladores desprovistos de perspectiva: Lester Hernández Esquinca, del PRD, resaltó en Chiapas los conflictos han encontrado respuestas a sus demandas, debido a los trabajos de regularización de la tenencia de la tierra y manifestó que el gobierno Sabinista ha marcado un nuevo rumbo, estableciendo un seguro para los campesinos chiapanecos entre otros beneficios. Seguro ha de pensar que el campo es esa cosa que está a lado de la carretera cuando viene de jiquipilas en su auto de lujo. A los campesinos, seguramente se los imagina en sus patios tomando el café alegremente por las tardes.

Por su parte el priísta Víctor Ortíz del Carpio, habló de la reconversión productiva impulsada por el ejecutivo estatal que tiene la finalidad de diversificar la producción agrícola y aprovechar con mayor eficiencia los ciclos productivos.

Pero atento también de decir gansadas no se aguantó las ganas y “ponderó” las medidas de justicia social, emprendidas por el gobernador Juan Sabines Guerrero, para hacer frente a la problemática agropecuaria en la entidad.

Seguramente Don Víctor no está al tanto de lo que dice su aún líder nacional del PRI, Beatriz Paredes Rangel, que urgió al gobierno federal a ejercer cuanto antes los recursos que el poder legislativo federal aprobó para el campo, a fin de atender y apoyar a ese sector del país.

Doña beatriz al acudir a Veracruz a los festejos de la promulgación de la Ley Agraria, lamentó que la situación del sector agrario no mantenga satisfechos a los mexicanos y se refleje en migración de campesinos, baja comercialización de productos e insuficiencia de riego. Eso seguro ni se lo imagina don Víctor obnubilado tal vez por el extraordinario brillo del campo chiapaneco.

Y luego Paredes Rangel, como con dedicatoria a los legisladores chiapanecos (bueno, esa es mi suposición) dijo Hay que hacer valer el poder del Legislativo, de nada sirve el trabajo de los legisladores si a la hora en que las instancias ejecutoras deben tener listos los proyectos y soltarle los recursos a los campesinos, se quedan atrapados en la burocracia. Ve pues.

En fin que, el 6 de enero que debería animar la reflexión y hacer que en un coloquio social o popular emanen los aciertos y desaciertos del tratamiento que hemos dado, el gobierno y la sociedad al tema del campo, e lugar de avanzar un escalón más, en esta escalera nacional que baja y que se acerca más a la oscuridad.