11.3.11

lobos con piel de oveja...

El 4 de marzo de 2011 comienza una nueva etapa para México. Puede ser el inicio del regreso del PRI al gobierno federal, luego de haber estado dos sexenios afuera y luego de haber sido expulsado de los pinos por una sociedad que estaba harta de 70 años de gobiernos corruptos, en los que se atribuía tal corrupción a los priístas. 11 años después, descubrimos que no es privativa de un Partido, ni de una región particular, sino de una idiosincrasia que se adosó a un modo de vivir corrupto en una larga secuencia de vida social, ahí sí, dirigida por gobiernos emanados del PRI.

Los priístas estarán felices de haber alcanzado una nueva dirigencia sin sobresaltos y de no tener baches con miras al 1012. Mientras en el estado de México se preparan para la madre de todas las elecciones, pues de perder ésta, una nube negra se posará sobre el PRI otros seis años. Hoy celebran la casi coronación de Humberto Moreira y se pintan de fiesta para dar nuevos saltos.

Casi un siglo después de nuestra vida democrática – aunque haya quien cuestione el periodo,en términos formales de elecciones y de celebración de comicios ha habido democracia – seguimos percibiendo al gobierno como un todo para sacar adelante al país y distanciarnos a todos de la pobreza, de la marginación y de la falta de oportunidades. Le damos toda la responsabilidad de nuestros éxitos o de nuestros fracasos, de ahí que nadie se haga se responsable de sí y por ende nadie se hace responsable de nada, generando condiciones para que este barco vaya a la deriva, sin rumbo cierto y lo que es peor, orientándose al precipicio.

Y mientras los priístas están felices, nosotros, los otros ciudadanos, no disponemos de un espacio de discusión ajeno a los Partidos en donde vislumbremos que mientras, la ciudadanía no asuma su responsabilidad, seguirá dejando que quienes tienen el poder público – poder entregado por nosotros – conduzcan irresponsablemente a este país, de manera arbitraria, enriqueciéndose personalmente con la riqueza nacional. Mientras los mexicanos no actuemos como ciudadanos responsables, nuevas olas de millonarios egresados de alcaldías, gubernaturas y de oficinas gubernamentales seguirán ahondando la brecha entre los que tienen poco y los que tienen mucho.

En Chiapas, a solo cinco años de haber historias de traiciones y de ambiciones de poder que enfrentaron a hermanos por la anterior sucesión del gobierno estatal, nos preparamos a legitimar a traidores y ladrones para que nuevamente se apropien del PRI estatal, cuyo peso estratégico y social es relevante, por ser Chiapas y muy a pesar de los colores del actual mapa electoral, eminentemente priísta.

De quienes le hicieron la guerrilla al PRI en el 2006, hoy emanan caudillos que visten togas inmaculadas y blanden a diestra y siniestra su “etica, su compromiso social, y su sed de ayudar a los demás” y muchos encandilados por el fulgo de su “ropaje moral” les siguen como los marinos que desoyeron a Ulises y no se taparon con cera los oídos, para evitar el encanto de las sirenas. Ay de nosotros.