En los 60´s discutían en Francia la pena de muerte para violadores. Agustín Yáñez, secretario de Educación solicitó información para normar juicio. Buscaron traductor con criterio y encargaron la tarea a Ricardo Garibay. Cuando regresara con Yáñez con el texto traducido, éste pidió discutir ambos el tema y Garibay dijo sin más, estar de acuerdo con los franceses. Yáñez molesto arengó largas concepciones humanistas en donde hasta los más perversos tenían Derechos.
Garibay remató - ¿Y sí la violada fuera su hija?
Yáñez molesto pidió que se retirara. Cuando Garibay llegó a su oficina su renuncia estaba ahí.
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