Chiapanecos de segundaEl gran historiador Marc Bloch decía que estudiar el nacimiento, la difusión, las transformaciones de los rumores, es una de las tareas más importantes que se ofrecen a la sicología colectiva. En apunte del propio Jean Meyer, destaca que en un frente de guerra se veía al mismo hombre aceptar sin chistar los relatos más fantasiosos y rechazar con desprecio las verdades más firmemente establecidas. En este último caso, el escepticismo no es más que una forma de credulidad. Por eso es tan difícil refutar los rumores, porque descansan en un imaginario del complot basado en un complot imaginario.
Cada época en Chiapas ha tenido sus terrores. Desde hace dos siglos han llegado los fantas-mas que nos merecemos, pero frecuentemente no representan con clarividencia los peligros que realmente la amenazan. Fernando Savater destaca a un historia¬dor francés que se entretuvo, no hace mucho, en establecer el censo de los principales terrores que agobiaban a los parisinos a finales del pasado siglo: entre ellos figuraban la invasión inminente de los cosacos, la perversa doctrina del neokantismo o la moda de incinerar los cadáveres (decían los medios de la época ¡hasta dónde vamos a llegar!), pero en cambio, ni una palabra sobre el nacionalismo o el desa-rrollo científico de nuevas armas de exterminio masivo (espantos que habrían de ensombrecer de veras el siglo XX) inquietaban a los listos parisinos.
En Chiapas nuestro modo de matar pulgas ha creado fan¬tasmas extraordinarios. Hace tres cuartos de siglos gobernó un militar inteligente, sensible y tolerante, que hemos olvida¬do penosamente. Francisco J. Grajales ha sido por mucho el mejor gobernador de los últimos 100 años, no solo dio énfasis a la educación y la cultura, sino que su gobierno asentó las bases para modernizar al gobierno es¬tatal y los ecos de su época aún resuenan. Lo que nos dicen los medios de la época refiere a una etapa de crecimiento, de armonía y de libertad en la cual los medios podían expresar lo que a conveniencia estimaban. Si bien ponderaban al gobierno y sus actos, en una tendencia de robustecer la credibilidad y la confianza en sus instituciones, no había por mucho, sumisión o “verdades pagadas” cuya revelación remitía a Luis XVI y no a un gobernante emanado de un proceso republicano. Ese fantasma trasciende al tiempo en forma benigna.
Los fantasmas posteriores son tan tenues, que mucho de su imagen se pierde en el tiempo, hasta Juan Sabines Gutiérrez, que administró con la abundan¬cia que dejó el petróleo en los 80s. Se gobernó con lana en su época, pero se aceptaron a críticos como Germán Jiménez, con quien se pactó en una clara muestra de política incluyente.
Pero el fantasma más gran¬de de la época es Patrocinio, quien con su “imperio de la ley” mostró costras y aberraciones propias de un hombre viejo, cuya paciencia tenía mecha muy corta. Solapó a patanes como Flores Montiel de quien se sos¬pecha de la muerte de homosexuales y de nuestro apreciado Roberto Mancilla. Fue claro con su plan de austeridad. Dio a la administración un sentido delgado, atlético y competitivo. Se rodeó de gente capaz y conocedora -a excepción de la Secretaría de educación que la controló de forma directa y personalizada-. Construyó obras, algunas de una gran belleza (polyforum, Centro cultural Sabines, teatro de Tapachula) y otras de una gran funcionalidad (libramientos de Tuxtla Gutiérrez, ensanchamiento de puentes en Tapachula y comenzó la reordenación del Sabinal, entre otras), proyectando un estado moderno. Puso un límite a las mafias magisteriales y de buró¬cratas y fijó un plan de educa¬ción, cultura y desarrollo con coherencia. Fue el primero en destacar que la pulverización de los asentamientos de población era y serían el lastre para nuestro desarrollo. Medios serios como Ámbar y El observador de la frontera sur (Juan Balboa y Candelaria Rodríguez con Francisco Ramírez) pusieron el dedo en la llaga, por la fallas de gobierno, antes de perecer por lana y luego por la falta de ésta. Pero la crítica estaba ahí.
VulnerablesLas etapas de Julio César Ferro, Javier López, Roberto Albores, Pablo Salazar han sido variopintas. Ésta – la del cachorro - es la que preocupa y no solo por la actua¬lidad, sino por la creación de un fantasma omnipotente, aún cuando la mayoría reconoce limitaciones; omnisciente (que todo lo sabe pues) aún cuando está rodeado de mediocres o abúlicos; de generosidad, aún cuando los medios de comunicación cotidianos solo publican los boletines de gobierno, incluso sin refritear, en clara muestra de subordinación; de generosidad aún cuando el arraigo, los despidos bajo sospecha de fraudes o transas y las amenazas son harto conocidas.
Sin embargo no significa que este gobierno no esté trabajando o que no haga cosas buenas. Sin duda, hasta el gobierno de Pablo o Albores tuvieron accio¬nes encomiables, – también era su obligación, pues que caray – pero lo que no deja de sor¬prender es que los columnistas y editorialistas están tan entregados de una forma que llama la atención. Ahora ya no solo tienen el peso del ceño inclinado del gobernante en turno, sino de los dueños de las casas editoria¬les que sancionan como buena o mala una columna y la mutilan, a veces sin enterar al periodista.
Buscando la punta de la madeja de esta percepción gene¬ralizada que enaltece al gober¬nante en turno, encontré pistas en reunión la semana pasada con diputados de distintas fracciones, con quienes apareció la voz: vulnerables. Y sospecho que la vulnerabilidad es el talón de Aquiles de colegas a quienes reconozco, no solo sensatez en sus juicios, sino inteligencia.
Hay en Chiapas tantas teo¬rías especulativas acerca de si estamos mejor o peor, que supo-nen pretensiones totalizadoras y que ya han derivado hacia lo totalitario. Hay una especie de dogmatismo de veneración hacia el protohombre que ha mono¬polizado los dichos en medios de comunicación, al extremo de que todo está bien. Vaya, hay quienes dicen que mejor que ahora, nunca. Me parece una exageración acicateada por el miedo, o mejor dicho, por la vul¬nerabilidad. Y tampoco es una sorpresa que el mesianismo se dé ahora. De hecho lo ha habido en otras épocas pero no a este extremo. Ya no tenemos una administra¬ción pública sino una corte en-tregada. Con lacayos, insidiosos, asesores, sabios, impertinentes, bufones, sensatos y necios. Hay en el equipo gris oscuro, gente buena. Pero lo que hay más son patanes que creen que Chiapas es su hacienda. Hay chismosas que ahora son legisladoras fede¬rales y que son capaces de susu¬rrar al gobernador cizañas que mandan meses al bote a enemigos. Hay voces que desde atrás del gobernador le dicen: este es malo, no lo quiere. Éste está tra¬mando en contra de usted. Éste le está encendiendo a la gente. Éste dice esto de usted (malo por supuesto), y como un Leviatán el cachorro desata su furia y cae sobre alguien que piensa distinto o ni siquiera está tramando nada y lo hunde o lo sacude con el miedo.
Cuando alguien cae, inme¬diatamente vienen los juicios de todos: lo sacaron por malvado, por tenebroso, porque robó, porque, porque…no importa, el asunto es que para hacernos menos vulnerables debemos le¬gitimar los grilletes o el encierro en la torre, buscando que nues¬tra vulnerabilidad se haga más chiquita.
Las lealtades están a la baja mientras el miedo saca lo peor de nosotros. Así como nuestros héroes – y vaya que lo son – Allende e Hidalgo se incrimina¬ron tratando de salvar el pellejo en el tribunal en Chihuahua, dejando de lado los conceptos libertarios en una franca y legítima aspiración de sobrevivir, así nosotros en Chiapas preferimos ondear el cuerpo con la corriente, en lugar de ponernos de pie y tener perspectiva. Así como no hay gente capaz de decirle al mandatario estatal, que se construye para la educación en lugar de decir la pretenciosa e incoherente frase: Construimos educación. Así como nadie le expresa que cosas se pueden y que cosas se deben, el fantasma del poder arbitrario nos azora con el estandarte de un santón.
Patrañas coletas En san Cristóbal de las Ca¬sas existe un conflicto derivado de la intención de construir tiendas de una cadena nacional, a las que más de una veintena de organizaciones se han opuesto e inmediatamente los lacayos han atribuido a esta oposición autoría intelectual a una perso¬na. Toda vez que esta persona es la “malvada que se opone al progreso” rápidos y veloces se dedicaron a investigarla para atacarla. A nadie le puede pa¬recer posible que estos grupos, de manera consensada, en su asamblea, hayan expresado su negativa a la intención de construir más almacenes en Chiapas. Menos creerán que estos mis¬mos grupos han decidido no dar respuestas a los medios porque argumentan que “hay falta de libertad de expresión” y porque esperan respuestas instituciona¬les por los canales institucionales a sus planteamientos, que amén de pretender preservar la ciudad en mejores condiciones también abogan por mejoras ambientales y patrimoniales de carácter histórico.