9.11.10

Juan Sabines pasa de moda










El gobierno de Juan Sabines es un gobierno de moda. Carece de ejercicio intelectual responsable y sucumbe a las ocurrencias de las que parecen ser buenas ideas. Es capaz de cautivar y dejar absortos incluso a los más pintados, pero adolece de rigor y de responsabilidad y su destino es la impermanencia a largo plazo.



Muy distinto es el gobierno de su padre, el cual tampoco careció de ocurrencias pero fue en el fondo, un gobierno genuino. Un gobierno auténtico que respondía a una época de giros de timón rápidos y cuyo efecto positivo podía palparse con relativa rapidez. Me refiero al gobierno de Sabines Gutiérrez en tiempo presente porque en muchos lugares de Chiapas y especialmente de Tuxtla Gutiérrez se le recuerda con aprecio y se habla de Juan Sabines Gutiérrez, como si se hablara de un pariente.



Su integración con el estrato de la sociedad mas humilde; su espíritu amiguero que departía entre el cochito, el trago y la estancia de horas en lugares que era demandado, construyeron la imagen del amigo, del ente cercano. Su capacidad de escuchar al que opinaba distinto a él, le dieron al estado el oxígeno de un gobierno conducido por un padre, un hermano mayor.



Cuando alguien discrepaba, antes de despedirlo, de cercarlo con hielo, de arraigarlo o mandarlo a cárcel, se confrontaba con él defendiendo su postura. Manteniendo presente que el estado era gobernado temporalmente por él y no era su hacienda, ni su rancho. La mejor expresión de esta seña de gobierno se encuentra en la historia del aguerrido Germán Jiménez, que trajo a la capital a cinco mil campesinos (hay quienes dicen que 10 mil) para exigir un mejor trato para el campo. Luego de horas de discusión el gobernador Juan Sabines Gutiérrez salió al balcón y voz de grito dijo que todo se iba a resolver y que Germán era su amigo. Lo abrazó y selló su acuerdo. Nunca ha regresado a Chiapas una estampa de tanta transparencia.



De ese acuerdo emanó la traída de ingenieros agrónomos y forestales de varias partes del país y de la compra de miles de toneladas de hidrógeno para inyectar a la tierra chiapaneca y construir el éxito de la mazorca de oro, que se ganó por las altas producciones de maíz. De esa época subsisten acá, ingenieros forestales norteños que han hecho de Chiapas su hogar y que han contribuido formalmente a recuperar la cobertura forestal perdida y que notan gran diferencias entre el padre y el cachorro, al percibir como se modifican o inflan la cifras de reforestación, sin que el gobierno conozca o sepa a ciencia cierta, que está pasando con ese proceso o sí está fomentando un estado imaginario, en donde la reforestación va viento en popa.



Del deporte los ejemplos pueden parecer pequeños pero nadie cuestiona su existencia. Amigos del gobernador obsequiaron terrenos al viejo Juan con la condición de darle una utilidad pública general y el viejo con tres pesos y harta voluntad echó a andar el centro deportivo mas exitoso del estado, haciendo con el nombre una broma al donador filántropo: nombrarlo con su apodo: cañahueca. Hay una gran diferencia entre un espacio diseñado para la familia humilde al centro de adiestramiento de tenis con el nombre de su cuasi - ahijada Alexia Coutiño, cuyo éxitos a los 12 años, le parecieron suficiente al cachorro para homenajearla.



Priva una gran diferencia entre reedificar el palacio de gobierno y hacer una plaza cívica más amplia para la gente y también digámoslo, para sentir lo que sentía el duche Mussolini. Pero aún así solo por costos y beneficios no se puede compararse el remozamiento del corazón político de Chiapas, a celebrar contrato con inversionistas de oscura referencia, para decirles: vengan, hagan una torre en Chiapas y yo les garantizo que el gobierno de Chiapas la alquilará a precios tan atractivos que en menos de 7 años recuperen la inversión y se forren con lana pública.



Una torre que se ha vendido al pueblo de Chiapas como la solución para que todas las oficinas que paguen renta no la hagan y que solo con tres secretarías administrativas quedará hasta el tope, y permitirá que el último piso sea de uso exclusivo del gobernador, que, como un jeque petrolero dejará sublimarse en su delirio de esplendor, al mas puro estilo del tlatuhani.



Juan padre gobernó con amigos y con gente sensata y crítica, pero especialmente eran gente enamorada de su tierra y compartían el interés de que Chiapas creciera. Son proverbiales sus amistades; sus dejos de sultán, cuando encontraba a un humilde auténtico que le decía no estoy de acuerdo con lo que hace gobernador. No solo lo celebraba, lo cubría de lana y de apoyo. Le gustaba su pueblo y le gustaba que éste fuera libre y se sintiera libre. No le gustaba el sometimiento. Era bravo pero quería a la gente igual a él. Como asesor de José López Portillo, no suavizaba sus expresiones. Era duro ante el más poderoso y atento ante el más humilde, seña de su empoderamiento formal.



Juan hijo está condicionado por defeños y michoacanos, y a diferencia de su padre está rodeado de quienes, por no perderse de la teta celebran sus ocurrencias. No hay crítica, no hay términos medios para los extraños. Sino eres mi amigo incondicional (cómplices dicen los que saben) eres mi enemigo y cuídate del ostracismo con el que te he de rodear o con mis arraigos y la prisión. Si me convienes, aunque no seas mi amigo te forraré de lana para someterte a mi voluntad. Si me gustas te encumbraré. Si me aplaudes secretario serás. Pero cuida tu lengua, cuida tus pensamientos, cuídate de tus amigos que aborrezco y cuida especialmente tus críticas, porque pueden ser tu expiración pública. Cuídate de mi y mis veleidades.


Como el poder no es su fuerte, pretende demostrarlo con poses totalitarias y arbitrarias, incurriendo en aquellos que están por debajo de la línea del poder: los prepotentes.


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