17.6.09

Filosofía ambiental. De Miguel Álvarez del Toro a Leena Vilkka

Para Selenita, por sus dudas perennes




Con la lectura de los libros Manual de Taxidermia del español Luís Soler y Pujol y Zoología, de Odón de Buen, Don Miguel Álvarez del Toro, a finales de los 30s, inició una aventura por la defensa ambiental que lo llevaría a Chiapas y se constituiría en el mayor icono del sureste, en cuidado al medio ambiente.

Con el tesón de los necios, decidió construir una vida dedicada al estudio de la fauna y flora, que entre otras circunstancias hicieron que Don Miguel se convirtiera, de la noche a la mañana, de mozo en subdirector de un museo especializado en historia natural.

Sus constantes visitas al Museo Nacional de Historia Natural, conocido como Museo del Chopo, y al Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México; sus frecuentes charlas con investigadores que obligaban su permanencia en estas instancias, le dieron margen para conocer al chiapaneco Rafael Pascacio Gamboa, gobernador entonces del estado de Chiapas, quien llevaba algunos animales para que se los disecaran y quien invitaba a los empleados del museo para que se fueran a trabajar con él en un museo que el Gobierno chiapaneco en los 40s deseaba crear. Don Miguel envió su solicitud para la plaza de técnico y taxidermista que se ofrecía y en 1942, llegó a Chiapas.

Trabajó a su llegada a las órdenes del Profesor Eliseo Palacios, director del Instituto de historia natural de Chiapas, pero la muerte del profesor a fines de 1944, llevaron a Pascacio Gamboa a nombrar director de la institución a Don MIguel. Durante más de 50 años dedicó su tiempo a preservar la extraordinaria biodiversidad chiapaneca.

En reconocimiento a su amplia trayectoria se le otorgaron un número impresionante de reconocimiento y premios, sin embargo destacó que en 1977, se inauguró el Laboratorio de Fauna Silvestre Miguel Alvarez del Toro, en la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México y en 1980 el Gobierno del Estado de Chiapas determinó que el parque zoológico del Instituto de Historia Natural llevara por nombre Zoológico Regional Miguel Alvarez del Toro, conocido comúnmente como ZOOMAT y que es el mejor en su tipo en América.

Por su contribución en el campo de la Zoología, le fueron dedicadas diversas especies y subespecies de animales: Heloderma horridum alvarezi; Pulex alvarezi y Anolis alvarezdeltoroi entre otras tantas. Miguel Alvarez del Toro fue autor de siete libros, coautor de otros dos y prolijo articulista especializado.

Don Miguel Alvarez del Toro no realizó estudios universitarios, ni realizó actos “formales” de academicismo. Su tesón por mas de 50 años en un solo fin: salvaguardar nuestra biodiversidad, le valen todos los aprecios que tiene. Chiapas le debe todo un sistema de áreas naturales protegidas, tales como El Ocote, El Triunfo, La Encrucijada y La Sepultura.

Y esta breve introducción a la persona de Don Miguel obedece la reflexión que se obliga cuando camina uno por el ZOOMAT y pretende entender los afanes de este viejo sabio. Y hoy, 2009, estimo que seguramente él abrigó el sueño de que la praxis o práctica de un oficio llano, puede crear una constante filosófica.

Aún cuando la filosofía en general está centrada en el ser humano, y los filósofos tratan temas relacionados al hombre, no podemos dejar de pensar en los vínculos de aquellos que, interesados en la naturaleza normalmente estudian biología, ciencias veterinarias, o forestación, terminan calando en una suerte de bahía filosófica que invariablemente los coloca en el discernimiento, la reflexión y el análisis de los aspectos morales y ontológicos, de dedicarse a proteger el medio ambiente,

Hoy, es noticia en el mundo una mujer finlandesa, Leena Vilkka que llama la atención en este sentido. Ella primero fue guarda parques, pero quería encontrar otro enfoque sobre la naturaleza y se inscribió en la Universidad de Helsinki para cursar filosofía, con protección ambiental, ecología y zoología como temas secundarios. Ya entrada en materia, Vilkka eligió el valor intrínseco de la naturaleza y la conciencia animal, como tema de sus estudios superiores, considerando que ambos temas no han sido abordados por los filósofos finlandeses. (http://www.euroveg.eu/evu/spanish/news)



En medios europeos, ella expresó

Mi punto de partida es una concepción intuitiva fuerte sobre que el concepto actual de la realidad es erróneo. La idea prevaleciente en Finlandia es la concepción creada por las ciencias naturales, la tecnología, la sociedad industrial y la economía, según la cual la naturaleza es sólo una reserva de materia prima a disposición del hombre.’


a decir del propio medio, lo que esto involucra, según Vilkka, es un error y continúa la finlandesa :
tratamos a la naturaleza y los animales en forma diferente a lo que es su esencia real. Por ejemplo un cerdo o una vaca se ven sólo como un vehículo de producción. ‘Lo que interesa a la sociedad moderna en el cerdo es el porcentaje de grasa, el valor nutritivo y la calidad de la carne. No nos interesamos en el cerdo como un animal sensible y consciente con una alma diferente.


Esta estudiosa expresa que la relación del hombre con la naturaleza está basada principalmente en el poder y la explotación y no sobre el deseo de entender qué son en realidad los cerdos, las vacas o el bosque o qué tipo de comunicación puede existir entre las personas y el resto de la naturaleza. Reitera en la misma tónica:

El bosque se nos vende en forma de libros interesantes y bellos muebles. El bosque no es visto como un producto final, ha sido separado de su origen. Esto también se relaciona con los productos cárnicos en los negocios. Ya no compramos cerdo, compramos costillas o jamón o bisteces...


coincide que las teorías económicas en boga, capitalismo y comunismo, estiman que los recursos naturales por ser entes sin habla, los puede uno tomar gratis y su valía solo reside en su aprovechamiento humano. El bosque, y los animales han existido para el hombre para su uso y los disgrega de algo que puede ser el entorno. No su entorno, sino el entorno, del cual todos somos parte y en razón de ello, no debe menospreciarse a la fauna y flora, como articulo de consumo y se deben vindicar como parte del todo, del que también nosotros somos parte.

La tradición filosófica relaciona a los valores con los individuos y por lo tanto no puede comprenderse que una montaña pueda poseer un valor intrínseco. Según la tradición una montaña o un río no son susceptibles de tener experiencias o experimentar, o sentir. La cuestión entonces nos lleva a considerar que nuestra convención en torno a la experiencia es exclusivamente humanas, pero, esa convención sólo es la nuestra. La investigación actual sobre la conciencia y la inteligencia artificial podrán en corto plazo darle mas sentido a estas reflexiones y nos permitirán entender que somos en exceso egocéntricos.

Al respecto del valor intrínseco de la naturaleza Vilkka tiene claras diferencias. Pues expresa que los primeros filósofos consideran que el valor intrínseco de la naturaleza es imposible, porque la naturaleza pertenece a la esfera de las ciencias naturales y los valores se generan con la actividad humana. Según esto, la naturaleza se considera como vacía de valores, sólo los seres humanos pueden tener valores.

Ella distingue entre valores intrínsecos antropocéntricos (centrados en el hombre) y naturocéntricos (basados en la naturaleza) y señala la falla de la segunda, que resulta ser el planteamiento del humano que observa en la naturaleza a la fuente de utilidad y no su igual o compañera.Vilkka considera que la idea de que sólo los seres humanos pueden tener valores es artificial:

Para el lobo, el alce posee un valor instrumental como presa que mantiene la vida y el bienestar del lobo. El mismo lobo puede considerar a los miembros de su jauría como animales con valor intrínseco y no los trata como meros instrumentos. Los animales crean valores independientemente de lo que los seres humanos piensen sobre ellos. Vemos también a las plantas como ornato o alimento. Le vemos su utilidad pero no le damos valor de par a nosotros, por su “falta de alma” o de ser. Si una planta no tiene yo, ¿qué es lo que prospera o sufre?


El filósofo ambiental Paul W. Taylor, profesor del Brooklyn College de la Universidad de Nueva York, quien a juicio de muchos a concretado el esfuerzo más coherente por presentar una ética medioambiental naturocentrista, ha planteado un sistema de ética medioambiental centrado en la vida , como alternativa a los sistemas de ética centrados en lo humano. La teoría de Taylor parte de dos conceptos: la consideración del bien de los seres vivos como "proporcional" y el concepto de valor inherente.

Sin embargo Vilkka discrepa de Taylor quien incluso habla ya, de el bien de un organismo. Para la filósofa finlandesa que una planta hogareña prospere o no, depende de las personas, sin embargo que ella esté en buen o mal estado, es la calidad exclusiva de la planta.Con todo, resulta que no somos mejores ni únicos. Somos parte de un todo, donde la especie humana utiliza y aprovecha, pero no es el centro.

Esa reflexión sin duda la alcanzó de Don Miguel Álvarez de una forma temeraria y osada. Caminando entre los lodazales repletos de mosquitos; lazando cocodrilos con hilos de ixtle; palpando la textura del excremento de aves y abriendo bien los ojos al atrapar cantiles y nauyacas. Su experiencia, su reflexión centrada en el tema y su tesón, le permitieron descubrir hace mas de 40 años, lo que Leena Vilkka entendió hace 10 años en una de las mejores universidades europeas, y que la mayoría de nosotros jámas lo habiamos pensado siquiera.

¿La lección? Para lo amantes de Matrix de los Wachovski y para mi no es otra: No es lo mismo conocer el camino que recorrerlo.