para Eduardo Robles mi hermano, por ayudarme a difundir
Se extraen de los mares del mundo 100 millones de toneladas de pescado y marisco cada año.
Más de 200 millones de personas al rededor del mundo viven de la pesca.
Mientras lea esto varias especies marinas estarán dejando de existir en nuestro planeta.
Durante nuestra breve existencia y principalmente durante el último siglo los cambios efectuados por nuestras actividades están dejando huellas profundas que ninguna otra especie había causado. El ser humano ha logrado alterar los sistemas biofísicos para su beneficio, pero en el camino ha puesto en riesgo la posibilidad de supervivencia de todas las especies, incluyendo la nuestra.
Día a día desaparecen especies cuyos hábitats se destruyen irremediablemente. Es tiempo de difundir la conciencia necesaria para conservar los espacios naturales que, nos han sido legados y que son esenciales para nuestra supervivencia a muy corto plazo. Ente este particular trataremos exclusivamente los aspectos de la pesca profunda, desconocida para muchos, toda vez que la pesca común se tiene por deteriorada y casi confinada a la extinción.
La Organización de la ONU para la Agricultura y Alimentación (FAO) advirtió en su más reciente informe (noviembre de 2008) sobre el estado de la pesca global, que más de la mitad de las reservas del mundo alcanzaron su límite biológico.
Ichiro Namura, Subdirector General de la FAO y responsable del Departamento de Pesca, dijo que el potencial de los océanos ha alcanzado su límite: 15 de los 17 mayores caladeros de la tierra están a punto de agotarse.
De acuerdo a palentologos, arqueólogos y antrópologos, nuestra población como homos o como hombres, comenzó a contarse desde hace 4 millones de años, que son la época datada con los vestigios documentados: Es decir, para que el hombre alcanzara la cantidad de mil millones de humanos, necesitó 4 millones de años. Los mil millones los alcanzamos en 1805 aproximadamente. Y no es paradójico que a partir de esa fecha, se comiencen a tener registros con los cuales se deduzca que los recursos pesqueros comienzan a disminuir, de acuerdo a varios estudios, entre los que se incluye tambien la FAO.
Lo que alarma de estos datos es que, de hace 4 millones de años a 1805, en que alcanzamos los mil millones de humanos, resulta ser un trecho muy largo de tiempo para reunir esa población. Compárelo con el periodo de 1805 a 2009 en que la población alcanzó la cifra de 6 mil 776 millones humanos. En escasamente dos siglos casi septuplicamos la población del planeta. No es una exageración entonces decir que nuestra generación amenaza la supervivencia de la vida en el planeta. Si comprimiéramos la vida de la Tierra de 4 mil millones de años a un día de 24 horas, el ser humano aparecería en escena durante el último minuto.
Eso explica el ritmo brutal de depredación y entiende uno que el agotamiento de los recursos pesqueros hoy en día, no tiene precedente. Los peces no pueden reproducirse con suficiente rapidez para mantener el ritmo de captura en los próximos años. Para alcanzar las capturas cada vez mayores que se necesitan para alimentar a una población humana en continuo crecimiento, se han sofisticado los métodos de pesca; se han explorado nuevas latitudes y nos hemos sumergido más en las profundidades del mar. Es por ello que, revisando diversos sitios de internet descubrirá que los pescadores de todo el mundo tienen la misma queja: Casi no hay pescado y el que se encuentra es más difícil de capturar y es más pequeño.
Hoy nos enteramos en México que en otras partes del mundo se está pescando a profundidades por debajo de los mil metros abajo de la superficie y en los mercados de peces mas famosos del mundo, como los de Tokio, Londres, Portugal, por decir sólo unos, encontramos especies consideradas no comestibles hace escasamente una década.
Eso explica la presencia en los mercados de peces como los Relojes(Hoplostethus atlanticus), tanto de Australia como los del Atlántico, que se capturan a mas de 1000 metros y de los sables negros, con un rango de profundidad menor pero que supera los 800 metros y que con solo un vistazo a éstos descubre uno la novísima noción.
Sabemos ahora que el pez Reloj, por ejemplo puede llegar a superar los 150 años de vida, y que no alcanza la reproducción sexual hasta los 25 años de edad, por lo que su capacidad de recuperación como consecuencia de la sobre explotación pesquera actual puede ser irremediable. Hasta ahora las cifras de su captura rebasan el millón de toneladas.
Nos enteramos también que los océanos no tienen mucha vida en la mayor parte de su extensión, que el mar es biológicamente un desierto y que existe vida pero muy dispersa, y donde más concentrada está, es cerca de las costas. Ello da sentido a la expresión del funcionario de la FAO que dice que de los 17 lugares en el mar cuya vocación es la pesca, en 15 casi se han agotado estos recursos. Y eso explica el diseño y uso de tecnologías de última generación para alcanzar profundidades que hace escasamente 10 años eran impensables para la pesca.
Los bancos de peces pueden ser fácilmente localizados por radar, y ni siquiera en la inmensa profundidad de los océanos tienen los peces un sitio donde ocultarse sin que puedan ser localizados. Especies que nunca fueron molestadas, comienzan a ser objetivo de las cada vez más necesitadas flotas pesqueras que ya no son capaces de obtener beneficios en los caladeros tradicionales. Es por ello que especies muy vulnerables y que soportan el equilibrio de ecosistemas únicos, están siendo sobreexplotadas y llevadas al borde de la extinción a cambio de unos beneficios ridículos.
La FAO, la WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza por sus siglas en inglés))y Biólogos pesqueros de aguas profundas han llegado a la conclusión de que no vale la pena hablar sobre pesca de aguas profundas como si se tratara de pesca sostenibles, dada la lentitud con que crecen muchas de estas especies. Sólo con instrumentos artesanales, que den una captura de el 5 % de la biomasa virgen, podría considerar esta pesca como un recurso sostenible. De otra manera es hablar banalidades incongruentes con respecto la defensa de nuestros recursos.
Esta tristeza expresiva viene al caso por el menoscabo de la propuesta de la Comisión de Pesca de la Comunidad Económica Europea (octubre de 2008) de reducir las capturas de pez sable negro (Aphanopus carbo) en un 15 %, y que se recibió como una idea injustificada por el titular del Ministerio de Agricultura, Desarrollo Rural y Pesca de Portugal, Jaime Silva, ya que dijo, no hay razón para tal reducción.
De la misma manera la WWF expresó en el mismo encuentro que: en 25 años de pesca comercial de profundidad, hemos alcanzado un nivel incompatible con los objetivos de conservación de la especie. Anna Willock, una de las autoras del informe afirmó que La pesca en Australia y Nueva Zelanda durante las últimas décadas, para abastecer el mercado norteamericano, es la que ha contribuido principalmente al riesgo de desaparición de especies de los fondos marinos.
Y más aún, cuando en aún está fresca la noticia (2007) que un grupo de arponeros islandeses habia cazado una ballena de tipo rorcual con fines comerciales, por primera vez en los últimos 21 años, en los que esa especie había estado protegida por una moratoria. El gobierno islandés decidió permitir la caza de 9 rorcuales y de 30 ballenas minke pese a la moratoria internacional que prohíbe la caza de ballenas con fines comerciales, vigente desde 1985.
EL gobierno islandés justificó la vuelta a la caza de ballenas como una forma de "reflotar la industria pesquera del país", aunque según una encuesta de Gallup para la Comisión Ballenera Internacional, sólo el 1,1% de la población local come carne de ballena habitualmente -al menos una vez por semana-, mientras que el 82% de los habitantes del país de entre 16 y 24 años nunca comen este tipo de cetáceo.
La organización Greenpeace advirtió en esa época que a la flota islandesa y la japonesa, tenían planeado cazar en distintos mares del mundo unas 1.000 ballenas, la mayor parte de ellas ballenas minke y rorcuales comunes, animales en peligro de extinción.
Día a día desaparecen especies cuyos hábitats se destruyen y no hay forma que permita retroceder los pasos. Existe pesimismo al respecto de este tema, por la falta de interés de los gobiernos del mundo por resolver este grave dilema: Comer o dejar que la vida en la tierra subsista. Los grandes grupos económicos del mundo, con su visión de hacer dinero sin importar lo que impacte o arriesgue, se aprovechan de la pusilanimidad de la mayor parte de nosotros y al final, nuestra visión de futuro se socaba con nuestra edificación de la modernidad letal.